La naturaleza no tiene fronteras, porque se surcan los mares, se vadean los ríos, se escalan las montañas, se cruzan los desiertos, se atraviesan los bosques, se descienden las gargantas, se conectan islas y hasta se sobrevuelan los cielos.
Somos las personas las que ponemos barreras, separamos y alejamos, conquistamos y sometemos, juzgamos y condenamos... porque tenemos afán de ser propietarios de espacios y dueños de voluntades. La naturaleza es generosa, pero las personas somos egoístas.
Aintzane Mendikote abriría escuelas y cerraría cárceles, porque faltan maestros que enseñen y eduquen y sobran jueces que condenan. Un maestro ha sido alumno antes, sabe lo que se siente en un pupitre; pero un juez nunca antes estuvo cerrado en una celda. ¿Cómo va a saberr lo que puede llegar a sentir un prisionero?
Aintzane Mendikote es real, de carne y hueso, camina dejando huellas y sueña creando historias. La esperanza y el deseo nunca se mueren, permanecen en el recuerdo de nuestros amigos verdaderos. No es una escultura puesta en un pedestal, ella se modela cada día para ser quien quiere ser y no quien quieren que sea.
Aintzane Mendikote es...
es... agua de arroyo que horada su propio cauce, que arrastra areniscas, deposita perlas y expulsa piedras para mantenerse transparente.
es... salitre que viene del mar, que te impregna y te define, que vives con él sin que te oxide.
es... copos de nieve que te calman la sangre que te hierve ante las injusticias que no se entienden.
es... viento que transporta arena que no se ve, pero que se siente, que va construyendo dunas en las que tumbarse al sol, pero nunca al sol que más caliente.
es... ¿un corazón triste pese a su sonrisa alegre?
Arriba, El Puerto de Zerbena. Abajo, la Playa de La Arena
Yo quería ser galipo, pero hace 50 años ese parecía ser un apelativo exclusivo para los de El Puerto. Allí decían que galipos eran ellos y que los demás éramos ciervanatos. (En aquellos años Zierbena se escribía Ciérvana).
Y yo, humilde pero rebelde, pensaba que me era suficiente con ser playero (de la Playa de La Arena) y que si no podía ser galipo tampoco quería ser ciervanato, solamente sería playero.
El mundo se mueve, mejora y empeora, pero se mueve. 50 años después, yo sigo siendo nacido y residente en la Playa de La Arena, pero en mi DNI ya no pone que soy de Abanto y Ciérvana, ahora dice que soy de Zierbena. Y galipos se nos considera a todos los de Zierbena, seas de El Puerto o de Kardeo. Y el gentilicio ciervanato ha caído en desuso.
Las fronteras nos separan. Las costumbres, también. El Puerto miraba a Santurce (ahora Santurtzi). Y la Playa de La Arena miraba a Somorrostro (ahora Muskiz).
Es por eso que, salvo algunas excepciones, no había mucho contacto entre la gente de El Puerto y la gente de la Playa La Arena. Yo nunca lo busque en mis años mozos, solamente llegaba hasta La Cuesta, porque para mí los de El Puerto eran los que no me dejaban ser galipo.
¡Cuántas cosas me he perdido! Hay gente maravillosa en todas partes y en todas partes hay siempre algunos tontos, pero son minoría. El error es que meten ruido y les hacemos caso. En los primeros años de la década de los años 80, en verano, trabajé para Correos, como cartero de Zierbena (todavía éramos Abanto y Ciérvana). Yo iba con mi bicicleta bbk a Gallarta, a la oficina de Correos, me daban el macuto con las cartas de Ciérvana, venía a casa, las separaba por barrios, las metía ordenadas en el macuto y me iba con la bici, de barrio en barrio a repartirlas. Fue entonces cuando conocí a la gente de Ciérvana. Y ese trabajo me fascinó. Me encantó ser cartero de mi pueblo. Habría sido cartero de mi pueblo para toda la vida. Fue, además, mi primer trabajo con contrato.
Hay personas que merece la pena conocer y, a veces, viven cerca de ti, pero ni las descubrimos. Es como un tesoro perdido en el fondo del mar. Eso ha sido Aintzane Mendikote. Una galipa de El Puerto a quien empecé a conocer en 2014, cuando fue destinada a Kontxa Eskola (Karrantza). Una mujer que vale mucho, tanto como un tesoro perdido, sonrisa encantadora, rubia entonces con ese corte de flequillo abertzale... me encantó conocerla un poco. Y en una excursión de HH en El Suceso nos hicimos esta fotografía, mi única foto con ella. Para mí es como un piercing de una estrella que brilla en mi nariz.
Por Zierbena, a veces, nos vemos, saludamos, sonreímos... y la sigo en sus redes sociales... me gusta saber de Aintzane. Me hacía compañía en esos largos y tortuosos viajes desde Zierbena hasta Karrantza. Merecían la pena.
Tengo más aprecio por Aintzane Mendikote del que ni ella ni nadie se imagina. Ella e Irune Bañales son mis galipas preferidas (guardo también un asiento en mi mesa de madera para Ane y Lore). Me gusta cómo son. Las adoptaría como hijas. Creo que son mujeres con mucha fuerza, con mucha dignidad, con mucho coraje, mujeres de convicciones, de las que aportan, de las que no se venden, de las que no se rinden. Están cerca, pero están lejos, como los tesoros del fondo del mar.
Quizá, algún día pueda hacerme otra foto con Aintzane. Mientras, la recordaré, sonriente, como en esa foto, ella con camiseta marinera y yo con la del club Galipa. A Aintzane Mendikote solamente le saco un fallo, ¡que le gusta más el remo que la pala!
Si ella lee este artículo, que me perdone si algo no es de su agrado. Yo ya soy un anciano impertinente y hoy he querido eternizarla en haixeder. No es porque hoy me haya acordado de ella, es porque siempre me acuerdo de Aintzane Mendikote, una galipa a quien conocí en Karrantza. Sólo me queda por decir... ¡qué bueno que viniste!
Musu bat.
EGURRE!!!
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