Llueve como si no hubiera llovido nunca,
pero lleva días lloviendo sin parar;
si miro por la ventana de un lado,
el prado parece ya una charca,
y esos caballitos se empapan más y más
si me voy a la ventana del norte a mirar.
El arroyo ya se ha desbordado,
los pajarillos chapotean en busca de gusanas,
con sus alas mojadas apenas pueden volar.
Me pregunto si los topos de mi huerta sabrán nadar.
Estoy tranquilo, tengo muchas palas,
por si tengo que remar,
¡no puedo ahogarme!
¡Qué llueva lo que quiera!
¡Qué se desborde lo que se tenga que desbordar!
Resistiré, porque sé que el frontón...
me espera
y yo tengo partidos por jugar.