Al ver esta estatua me identifiqué con él: un señor con aspecto de maestro de pueblo, con sus gafas por la vista cansada y escribiendo... Me encantó la estatua. Quise ir a comer a la Plaza del Castillo, al Tagliatella, porque la primera vez que Amaia y yo visitamos Pamplona comimos allí (habíamos ido a la tienda de Perkain, al lado del Labrit, a por material deportivo para el club Galipa). Yo ya sabía lo que quería comer antes de entrar al restaurante italiano: ensalada de rulo de cabra y pizza 4 quesos, con panes de la casa. Nada especial. Lo especial era volver a estar allí con Amaia.
La sorpresa, la inesperada casualidad, fue que según nos sentamos a la mesa vimos entrar en el Tagliatella a Iker Arrastia, mi ídolo campeón navarro de paleta goma. Él había quedado también allí para comer con su novia, de nombre también Amaia. Nos saludamos, nos abrazamos, ¡qué sorpresa tan agradable! ¡Vaya cómo empezaba mi fin de semana por tierras navarras! Iker Arrastia, las dos Amaias y yo quedamos para tomar café después y nos llevaron a un lugar con encanto: Mesón del Caballo Blanco, desde donde se contemplaban las murallas y la ciudad. Iker y su Amaia son encantadores y de un gusto exquisito. Yo me siento muy pequeñito a su lado, pero soy feliz en su compañía, desbordan cordialidad, humanidad...
El Hostal Txiki está en la calle principal de Isaba, la que cruza el pueblo, y también al lado del Hostal Lola, donde comimos tras el desafío de pala en el frontón. Desde la ventana de la habitación, la 104, se veía esta huertita cuidada por un señor llamado Emilio, junto al supermercado de Covirán.
En Isaba la gente se recoge prontito y los turistas de fin de semana madrugan para ir al monte. Aún así hubo tiempo de tomar un trago en el Kartutxo, con Edu Glaria y un eibartarra amigo suyo.
A la mañana siguiente me levanté con fervorosos deseos de callejear por las estrechas y empedradas callejuelas de Isaba. Me iba a servir de calentamiento para el partido. Y para traerme fotografías de recuerdo... Amaia me acompañó.
Isaba (Izaba en Euskera) es la villa más septentrional de las siete que forman el Valle del Roncal (Burgui/Burgi, Vidángoz/Bidankoze, Garde, Roncal/Erronkari, Urzainqui/Urzainki, Isaba/Izaba y Uztárroz/Uztarroze), cruzado por el río Esca, que parte de Isaba al confluir los ríos Belagua y Uztárroz y es afluente del Aragón.
En el centro está la iglesia de San Cipriano, santo y mártir de origen cartaginés del siglo III. Parece una fortaleza, con bóveda gótica (XIV) levantada sobre otra románica (XIII) de menor tamaño y arrasadas por el incendio de 1.427. Para su reconstrucción se cree que se utilizaron las piedras de un antiguo castillo situado en la parte alta del pueblo, adonde nos llevó mi instinto de hombre de pueblo, y pudimos ver una bella panorámica de la villa.
Los tejados de las casas de madera y piedra de Isaba son muy inclinados para evitar la acumulación de nieve. Muchas de ellas tienen balcones de madera cubiertos, llenos de flores (geranios) que sobreviven a los inviernos. Muchas de las casas tienen acogedores porches con jardín (dalias, hortensias, hiedras...).
Las callejuelas de
Isaba no son para ir con tacones, menos aún las sombrías. Caminando por ellas pensé en cuánto trabajo hubo de hacerse para construirlas y de dónde sacarían tanta piedra.
Me asombró que unas casas están muy pegadas a las de enfrente, con unos pasadizos de menos de un metro, a veces, los regachos. Empecé a pensar que si yo hubiera vivido en una de ellas y Amaia en la de enfrente, me habría escapado y saltado de una ventana a otra para estar con ella. En muchas de sus puertas cuelga el eguzkilore.
El partido-desafío del sábado de más de dos horas bajo un sol de justicia y la juerga posterior iban a dejar un poquillo cansados a nuestros compañeros, así que Amaia y yo planeamos un domingo de ruta turística por nuestra cuenta. Tanto Arrastia--Amaia, como Gari, Baines y Glaria y también Josemari Anza nos habían sugerido muchas cosas...
Dolmen de Isaba
Situado junto a un amplio aparcamiento, a la salida del pueblo hacia Belagua y Ochagavía.
Es, junto al de Arrako, uno de los mejores conservados de la zona y se investigaron entre 1961 y 1963, encontrando restos óseos, puntas de flecha y otras piedras de sílex, cuentas de collar, elementos de bronce, un colmillo de jabalí usado como colgante y una pequeña pieza de oro.
Estos monumentos megalíticos de entre el Eneolítico y la Edad del Bronce (2.000--900 a. de C.) mantienen su estructura constructiva tal como la llevaron a cabo sus antiguos pobladores. Actualmente, se hallan al descubierto, pero estuvieron cubiertos por tierra o piedras, escondiendo su arquitectura, a excepción de la entrada. En el paisaje sólo destacaba la mayor o menor monumentalidad del túmulo.
Despedimos a Isaba y nos dirigimos hacia Belagua.
Antiquísimos puentes de piedra sobre el río
Esca, llamados puentes romanos por su único arco, que recuerda a los del imperio romano, aunque estos datan del siglo XV.
Arrakogoiti,
Keleta y
Lakartxela pueden llamarse los montes del fondo.
Amaia mirando hacia Isaba y el valle por el que hemos salido para ascender hacia Belagua.
Hacemos varias paradas en la ascensión al puerto y en 360º, delante, detrás, a la izquierda, a la derecha... las vistas panorámicas son impresionantes.
Llevé mi camiseta azul del Maloka 2018.
Abajo el Refugio de Belagua.
A la ganadería y explotación forestal, actividades tradicionales de estos parajes, se ha sumado dos nuevas, el turismo de montaña y el esquí en invierno. Las rutas y sendas se confunden con los caminos del ganado pirenaico. Lograr el equilibrio entre "lo antiguo" y "lo nuevo" es el reto de futuro más importante de este territorio.
Pico Ori u Orhi (2.017 m), el dosmil más occidental de la gran cordillera pirenaica, situado en la cabecera del valle de Salazar (Ochagavía, de donde es una amama de Gari, es su pueblo más pintoresco), en la frontera entre España y Francia.
La Piedra de San Martín, collado de Ernaz (1.721 m).
Aquí, cada 13 de julio, desde tiempos inmemoriales se realiza el Tributo de las Tres Vacas. Es una ceremonia que sirve de encuentro a las gentes de ambos lados de la frontera y que reúne a los vecinos de los valles de Baretous (Bearne, Francia), que portan la bandera francesa, y Roncal (Navarra), ataviados con sus trajes típicos, y en la que los primeros entregan tres vacas a los segundos, tras una sentencia arbitral de 1.375. Está considerado el tratado en vigor más antiguo de Europa. Se trata de compartir pastos y fuentes, un acuerdo de convivencia.
El alcalde de Isaba, presidente del acto, pregunta por tres veces a los baretoneses si están dispuestos, como en años anteriores, a pagar el Tributo de las Tres Vacas de dos años, del mismo pelaje y cornaje y sin tacha ni lesión alguna. Los preguntados responden que sí en tres ocasiones.
Seguidamente, los alcaldes baretoneses colocan la mano derecha sobre la piedra o mojón y poniendo la suya encima un roncalés y así se van alternando los demás representantes. El último en poner la suya es el alcalde de Isaba, que pronuncia las palabras: Pax avant, pax avant, pax avant (Paz en adelante).
Actualmente, el alcalde de Isaba es David Baines, uno de los nueve hermanos-as de Mikel Baines y le pudimos conocer el fin de semana.
En algún lugar he leído que la verdadera Piedra de San Martin desapareció en 1.858 por el trazado de límites entre España y Francia y que, desde entonces, el Tributo se realiza en el mojón 262.
Me interesó la mezcla de leyenda e historia de los hechos acaecidos en 1.373 y que motivaron la sentencia arbitral de 1.375. Cuentan que en una fuente del monte Arlás se encontraron con sus rebaños el roncalés Pedro Karrika y el baretonés Pierre Sansoler. Discutieron, pelearon y Karrika mató a Sansoler. Un primo del difunto organizó una expedición en busca de Karrika, a quien no encontraron en el puerto, por lo que bajaron a Belagua, donde tampoco encontraron a Karrika, pero si a su mujer, Antonia Garde, embarazada, y la asesinaron. En Isaba la noticia se extendió rápidamente y la furia por vengarse también. Un grupo de convecinos, con Karrika al frente, salieron camino de la casa de Sansoler, donde celebraban la hazaña. Karrika y su grupo mataron a todos los presentes, excepto a una mujer y su niño en brazos. Pero en la vecina Arette organizaron inmediatamente una emboscada al paso del desfiladero, exterminando a la gran mayoría de los contrarios, unos veinticinco.
Estos sucesos llegaron a a oídos del rey navarro y del vizconde francés, que realizaron vanos esfuerzos por lograr la paz.
Entre tanto, los enfrentamientos continuaron y en la batalla de Aguincea cayeron 53 roncaleses y 200 baretoneses, que finalmente pidieron una tregua, llegando al mencionado arbitraje de Ansó (Reino de Aragón) en 1.375.
Mirando hacia el Arlás (2.044 m), donde Karrika mató a Sansoler, y el Pico Anie (2.504 m) con pinos negros sobre la carretera que sube hasta la Piedra de San Martín.
Estación de esquí
...cuando los montes son más altos que las nubes.
Animales en libertad
Un lugar para meditar
La Venta de Juan Pito
Arrastia,
Gari,
Baines... todos me habían hablado de ella.
Y era hora tomar un pintxo y echar un trago...
Regresamos hacia
Isaba y paramos a conocerla.
Pedí un Aquarius y vi que había opción de bocata o pintxo. Los pintxos de Juan Pito no son poca cosa y me comí uno de queso roncalés y otro de txistorra en la zona del bar. A Amaia le bastó con uno de queso y un zurito. ¡Deliciosos! En pocos minutos el comedor de la venta se había llenado ya y algún día iremos a comer allí. Me quedé con ganas, pero no quería perder tiempo en comer, quería ver y ver más lugares...
Desde allí mismo senderos entre hayedos partían hacia mil sitios diferentes... me apetecía recorrerlos todos.
En otro alto en la carretera, no conseguí encontrar el dolmen a
Arrako y sí la antigua ermita
Subimos al puerto de
Larrau y descendimos hasta el pueblo.
En algunos sitios había que parar...
Me encanta fotografiar a los animales en libertad
En el pueblecito vascofrancés de
Larrau tenía un objetivo claro:
conocer el
Puente Suspendido de Holtzarte.
Me gustó esta casita y vi que había un señor en la puerta, así que me acerqué a saludarle y tratar de entenderme con él. Hablamos un ratito, en un euskera... diferente. Me contó cosas interesantes y me ayudó a buscar el puente suspendido.
Muy bonito Larrau, un sitio con encanto. Me fijé en los carteles, en los rótulos, en las plantas de los jardines... me llamó la atención el nombre de un restaurante: ETCHEMAÏTE. Pero lo que más me emocionó de Larrau fue...
...su frontón de plaza libre.
En busca del Puente Suspendido de Holtzarte, por un sendero de unos 2 km en ascensión, no tan sencillito como me lo habían descrito, porque presentaba suelo resbaladizo al subir y peligroso a bajar, me paraba constantemente a contemplar el paisaje.
Hayas que se retorcían...
...puentes que atravesar...
...pendientes de pseudoescaleras...
...el permanente murmullo de las aguas cristalinas del arroyo...
...raíces desnudadas...
...bellas cascadas...
Y, por fin, el
Puente Suspendido de Holtzarte.
Más de 50 m de longitud, más de 150 m de altura sobre la garganta del
Arroyo d´Ohadibi.
Cruzarlo es superar el vértigo y sentirte
Indiana Jones.
Fue construido por los italianos en 1920, para facilitar a los trabajadores de la acería Lombarda Morillo el acceso con la mayor rapidez posible a la explotación del bosque y poder convertir en combustible la madera conseguida.
Es una obra de ingeniería que conecta las dos vertientes de Holtzarte, valiéndose de unos soportes hormigonados de los que parten tensores y cables metálicos que sustentan la pasarela de madera que comunica los dos extremos del puente.
Parece frágil, flotando sobre el cañón y se mueve con el viento y el paso de los visitantes, pero parece seguro y está bastante bien conservado. No quita belleza al paisaje y sorprende por su ubicación y sencillez.
Habrá que volver, que mira qué hora es ya...
Pero despacito para no tropezar...
...cógeme...
Objetivo conseguido.
Urak dakarrena, urak darama.
Oreka
De vuelta atravesamos buena parte del territorio de Iparralde, entre nieblas y paisajes bucólicos, propios de las melodías de Benito Lerxtundi.
Llegamos a Zierbena a media noche.