jueves, 26 de enero de 2023

MI FOTO CON ... (capítulo 1º)

     Aintzane Mendikote eta biok     

La naturaleza no tiene fronteras, porque  se surcan los mares, se vadean los ríos, se escalan las montañas, se cruzan los desiertos, se atraviesan los bosques, se descienden las gargantas, se conectan islas y hasta se sobrevuelan los  cielos.

Somos las personas las que ponemos barreras, separamos y alejamos, conquistamos y sometemos, juzgamos y condenamos... porque  tenemos afán de ser propietarios de espacios y dueños de voluntades. La naturaleza es generosa, pero las personas  somos  egoístas.

Aintzane Mendikote abriría escuelas y cerraría cárceles, porque  faltan maestros que  enseñen y eduquen y sobran jueces que  condenan. Un maestro ha sido alumno antes, sabe lo que se siente en un pupitre; pero un juez nunca antes  estuvo cerrado en una celda. ¿Cómo va a saberr lo que puede llegar a sentir un prisionero?

Aintzane Mendikote es real, de carne y hueso, camina dejando huellas y  sueña creando historias. La esperanza y el deseo nunca se mueren, permanecen en el recuerdo de nuestros  amigos verdaderos. No es una escultura puesta en un pedestal, ella se modela cada día para ser quien quiere ser y no quien quieren que sea.

Aintzane Mendikote es... 

es... agua de arroyo que horada su propio cauce, que arrastra areniscas, deposita perlas y expulsa piedras para mantenerse transparente. 

es... salitre que  viene del mar, que te impregna y te define, que vives con él sin que te oxide.

es... copos de nieve que te calman la sangre  que  te  hierve ante las injusticias que no se  entienden.

es... viento que transporta  arena que no se ve, pero que se siente, que va construyendo dunas en las que  tumbarse al  sol, pero nunca al  sol que más  caliente.

es... ¿un corazón triste pese a su sonrisa  alegre?

     Arriba, El Puerto de Zerbena. Abajo, la Playa de La Arena     

Yo nací y crecí en la Playa de La Arena, y siempre me sentí de Zierbena, pero en mi DNI decía que mi municipio era Abanto y Ciérvana.  Yo no quería tener dueño, ni amo, sólo quería ser libre, caminar por las estradas y senderos y recorrerme los arroyos de mi pueblo.

Yo quería ser galipo, pero  hace 50 años  ese parecía ser un apelativo exclusivo para los de  El Puerto. Allí decían que galipos eran ellos y que los demás éramos ciervanatos. (En aquellos años Zierbena se  escribía  Ciérvana).

     Yo siempre quise ser galipo     

Y yo, humilde pero rebelde, pensaba que  me  era  suficiente  con ser playero (de la Playa de La Arena) y que si no podía ser galipo tampoco quería ser ciervanato,  solamente  sería playero.

El mundo se mueve, mejora y  empeora, pero se mueve. 50 años después, yo  sigo  siendo nacido y residente  en la Playa de La Arena, pero en mi  DNI ya no pone que soy de  Abanto y Ciérvana,   ahora  dice que  soy de  Zierbena. Y galipos se nos considera a todos los de  Zierbena, seas de  El Puerto o de Kardeo. Y el gentilicio ciervanato ha caído en desuso.

Las fronteras nos separan. Las costumbres, también. El Puerto miraba  a Santurce (ahora Santurtzi). Y la Playa de La Arena miraba a Somorrostro (ahora Muskiz). 

Es por eso que, salvo algunas excepciones, no había  mucho  contacto  entre la gente  de  El Puerto y la gente de la Playa La Arena. Yo nunca lo busque  en mis años mozos, solamente llegaba hasta La Cuesta, porque  para mí los de El Puerto eran los  que no me dejaban ser galipo.

¡Cuántas cosas me he perdido! Hay gente maravillosa en todas  partes y  en  todas  partes  hay  siempre  algunos  tontos, pero  son minoría. El error es que  meten ruido y les  hacemos caso. En los primeros años de la década de los años 80, en verano, trabajé para Correos, como cartero de  Zierbena (todavía  éramos Abanto y Ciérvana). Yo iba  con mi bicicleta bbk a Gallarta, a la oficina de  Correos, me daban  el macuto  con las cartas de  Ciérvana, venía  a casa, las separaba por  barrios, las  metía ordenadas  en el macuto y me  iba   con la bici, de barrio en barrio a repartirlas. Fue  entonces  cuando  conocí  a la gente  de Ciérvana. Y ese trabajo me fascinó. Me  encantó ser cartero  de mi pueblo. Habría sido cartero de mi pueblo para  toda la  vida. Fue, además, mi primer trabajo con  contrato.

Hay personas que merece la pena  conocer y, a veces,  viven cerca de  ti, pero ni las descubrimos. Es como un tesoro perdido  en el  fondo  del mar. Eso ha sido Aintzane Mendikote. Una galipa de El Puerto a quien  empecé a  conocer en 2014, cuando  fue destinada a Kontxa Eskola (Karrantza). Una mujer que vale mucho, tanto como un tesoro perdido, sonrisa encantadora, rubia entonces con ese corte de flequillo abertzale... me encantó  conocerla un poco. Y en una excursión  de HH en  El  Suceso nos hicimos esta  fotografía, mi única  foto  con  ella. Para mí es como un piercing de una estrella que  brilla  en mi nariz.

Por  Zierbena,  a veces,  nos vemos, saludamos,  sonreímos... y la  sigo  en  sus  redes sociales... me gusta saber de  Aintzane. Me hacía  compañía  en  esos  largos y  tortuosos viajes  desde Zierbena hasta  Karrantza. Merecían la pena.

Tengo más aprecio por Aintzane Mendikote del que  ni ella ni nadie se imagina. Ella e Irune Bañales son mis galipas preferidas (guardo también un asiento en mi mesa de madera para  Ane y Lore). Me gusta cómo son. Las adoptaría como hijas. Creo que  son mujeres  con mucha fuerza,  con mucha  dignidad, con mucho  coraje, mujeres de convicciones,  de las que  aportan, de las que no se  venden, de las que no se rinden. Están cerca, pero están lejos, como los tesoros del fondo del mar.

Quizá, algún día pueda  hacerme otra  foto  con Aintzane. Mientras, la recordaré, sonriente,  como en esa foto,  ella con camiseta marinera y  yo  con la del club  Galipa.  A Aintzane Mendikote  solamente le saco un fallo,  ¡que  le gusta más el remo que la pala!

Si ella lee este  artículo, que me perdone  si  algo no es de su  agrado. Yo ya  soy un  anciano impertinente y hoy he querido  eternizarla  en haixeder. No es porque  hoy me haya  acordado de ella, es porque  siempre me  acuerdo  de  Aintzane Mendikote, una galipa  a quien  conocí  en Karrantza. Sólo me queda por decir... ¡qué bueno que  viniste!

Musu bat.


          EGURRE!!!          

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