Un día, la tortuga Ijapa se decidió a asegurarse de que él era la criatura más sabia de todo el universo. No quería que ninguna otra criatura desafiara su sabiduría, por lo que decidió reunir todo el conocimiento del mundo para sí misma. Así, recorrió todo el planeta recogiendo toda la sabiduría en una calabaza que colgó alrededor de su cuello.
Cuando estuvo satisfecha de haber terminado, decidió esconder la calabaza donde nadie tendría acceso a ella, ya que le preocupaba que alguien pudiera robarle su sabiduría y la metió en una palmera muy alta. Para llegar a la cima, colgó la calabaza en su cuello y se ató una cuerda a su alrededor y al árbol para arrastrarse. Pero la calabaza estaba entre él y el tronco del árbol, lo que dificultaba la escalada. Avanzaba un poco y se deslizaba hacia abajo.
Mientras tanto, un caracol que pasaba se había detenido a mirar la tortuga. Después de ver a la tortuga deslizarse por el árbol una vez más, el caracol sugirió
—¿Por qué no pones la calabaza detrás de ti en lugar de colgarla delante?
La tortuga lo intentó y se subió fácilmente a la copa del árbol. Entonces, se dio cuenta de lo inútil que era su esfuerzo. Había reunido toda la sabiduría del mundo, pero el caracol había demostrado ser más sabio que él. Tiró la calabaza al suelo, donde se rompió en varios pedazos, permitiendo que toda la sabiduría en él escapara al mundo.
Desde ese día, hay un dicho africano que dice: "la tortuga es sabia, pero el caracol es más sabio".
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