miércoles, 10 de abril de 2019

Reflexiones ilustradas de un hombre de pueblo (Zierbena ) - 2ª parte

En la  escuela  había  compañeros  de clase que me llamaban  "Dumbo" y  se reían  de mí, porque  mis orejas eran grandes. Los maestros no les  decían nada, al parecer no  tenían tiempo  de preocuparse  de esas tonterías. Estaban ocupados  enseñándonos a rezar  el credo y otras oraciones que venían  en la  enciclopedia de tercer grado. Recuerdo que  leíamos  los  evangelios, las hazañas  de un tal Franco,  que  entonces  le  decían  generalísimo y  ahora le  dicen  dictador, y también nos  explicaban  el descubrimiento  de América y la Reconquista, porque  teníamos  que  aprender que los moros  que  vinieron  a la península ibérica eran invasores, pero  los españoles que   fueron a América  eran   salvadores.
Con tantas importantes  lecciones  de vida, ¿cómo  iban  a perder el tiempo regañando  a  esos  niños que  se  reían  de mí y me llamaban "Dumbo"?  
Llegué  a pensar  que la culpa era mía por tener las orejas grandes.
Lamentablemente para mí,  mis  compañeros y  mis maestros vieron enseguida que  mis orejas  eran grandes,  pero no  supieron darse cuenta  de que   hasta  los  elefantes  tienen  sentimientos.
Ayer tarde  estaba   tomando una infusión en el  Skull y a través  de la  cristalera vi pasar  a uno  de aquellos que  se  reían  de mí y me llamaban  "Dumbo".  La vida  le ha tratado  bastante  peor que  a mí;  andaba con  dificultad,  tenía una gran  tripa y  se le  caía  hasta  la baba. Recordé  todo  lo que  me hizo  llorar  hace  50  años y pensé  en llamarle "baboso". Pero luego pensé que  ni siquiera  los caracoles merecen  ser insultados de  esa  manera

Hoy he  desafiado   a mi propio cuerpo y  he  subido 1.000  escaleras, 
pero no he llegado   al  cielo.  
Caminando  entre las nubes he  sentido  miedo 
y me he dado la vuelta, 
bajando las 1.000  escaleras que tan ilusionado había  subido antes. 
Y  al verme  donde  al principio, 
me he dado  cuenta  de que   eso ya me había pasado  antes en la  vida, 
cada  vez que  he  hecho un gran  esfuerzo  para nada. 
Muchas veces.

Yo sé que he  conseguido lo que para  el  resto parecía imposible.
Yo lo  sé.
Pero  saberlo  tú no  siempre es suficiente.
De vez  en  cuando, gusta  que  alguien  te  lo  reconozca. 

A  mis  60  años, noto   ya que  empiezo  a tener Panza,
pero  yo me sigo  sintiendo un Quijote.

Mi  tiendita de ultramarinos es de pueblo,  como yo,
y  yo  sé que  a vos os gusta comprar  en grandes  superficies,
así  que bajaré la persiana y ¡adiós!,
no me merece perder el tiempo para  que  no me ayude nadie.
Si no  me supisteis valorar  mientras  estaba,
prefiero jugar a ver si  al irme me echáis en falta.

Sin  ser fotógrafo  he   hecho  fotos  estupendas,
y, sin embargo,  cuando las miro me siento  triste,
porque nunca  hubo nadie  que  tuviera  tiempo para retratarme a mí.

En  diez  años le he hecho  más de 30.000 fotografías.
Siempre las  estoy  mirando, por  eso no  saco  tiempo para ver "Juego  de Tronos".
Y todavía cada  día me pregunta  si la  quiero...

Es muy posible que tú  no me  entiendas, 
pero yo te agradezco  que me  escuches.

Yo  fui un niño  de pueblo.
Y  ahora  que ya  soy  aitite
me  doy  cuenta  que  en los pueblos ya no hay  niños que  sepan  jugar.



Si quieres ver...
Reflexiones ilustradas  de un hombre  de pueblo (Zierbena)  1ª parte:
https://haixeder.blogspot.com/2019/04/reflexiones-de-un-hombre-de-pueblo.html

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