viernes, 13 de julio de 2018

Ruta por acantilados astures (Llanes--Poo--Celoriu--Borizu--Barru)

La organización del Torneo MALOKA condiciona enormemente mis vacaciones del mes de Julio y eso es lo que me fastidia porque, por lo demás, el torneo de pala  es muy bonito y me reporta buenas sensaciones sentirme el responsable de dar vida a todo lo que supone  este campeonato de pala en mi pueblo y en el frontón donde tantos  inolvidables recuerdos  he   vivido a lo largo de muchos años.
La pala me gusta, me ha gustado desde niño, pero también me gustan otras muchas cosas, tengo otros muchos hobbies y la organización del MALOKA hace que tenga que privarme de ellos. Y eso me tiene un poco  cansado ya, porque son    ya  muchos meses de Julio seguidos así.
Por ejemplo, mis verdaderas vacaciones de éste mes de Julio se han limitado a cinco días (del 5 al 10) por Asturias, y preparando el MALOKA, porque el viernes 6 se cerraba la inscripción, había que organizar las parejas en grupos para el domingo 8, hacer calendario a la carta para el lunes 9 (yo doy opción a que los jugadores me manden sus  inconvenientes de horarios durante el torneo y los procuro tener en cuenta),  listado de  tallas de camisetas y nombres a grabar en ellas (debían  estar hechas para el miércoles 11), cerrar la compra de las 300 pelotas del torneo, gestiones con Maloka, con trofeos, con  el ayto. de Zierbena...). Es decir, estás de vacaciones, pero  no puedes desconectar y debes dedicar tiempo a  todos estos temas. Resulta incómodo.
Afortunadamente para mí, Amaia no sólo me comprende, sino que me ayuda siempre.
Con la tranquilidad de los deberes hechos, el lunes 9 nos fuimos de ruta por los acantilados de Llanes, esa villa de la costa oriental asturiana que tanto nos gusta visitar. Poco más de 12 km entre Llanes y Barru, pasando por los pueblecitos de Poo, Celoriu y Borizu, todos ellos pertenecientes al concejo llanisco.
Partiendo de la Playa de El Sablón, recorrimos el magnífico Paseo de San Pedro, sobre los acantilados y con preciosas vistas, para acabar saliendo de él por un estrecho paso entre  dos muros (imagen superior). Ya llevábamos  más de kilómetro y medio sin poder separar la vista del mar.
Llegados a este punto había dos posibilidades de ruta: ir por un camino ancho y  preparado para caminar cómodamente o ir buscando senderitos estrechos  al pie de os acantilados. Lógicamente, optamos por esta última opción, a pesar de que en algunos tramos los helechos, zarzas y demás complicaban  el camino. Pero... las vistas del camino ancho y del sendero estrecho no tenían nada que ver, así que elegimos bien... aunque a veces no se sabía muy bien por dónde  seguía el sendero.
 A mí cualquier lugar me parece  ideal para   inmortalizarlo con una fotografía y ello hace que  la marcha se ralentice continuamente, pero es mi manera de disfrutar del paseo, de la naturaleza y de la compañía. Esta roca sobre el mar ponía los pelos de punta.

En esta otra, por su forma, tamaño y su color yo veía una  oveja tumbada, descansando y mirando al mar. Ese es uno de mis problemas (bueno,  no sé si es un problema o una peculiaridad), veo seres con vida en objetos inanimados (en El Mato tengo el txoko de piedras que despiertan la imaginación).
Me senté a observar los islotes del fondo, visitados por dos barcos pesqueros que faenaban  por allí, y me gustaron porque no conseguía saber cuántos islotes eran. Al principio veía tres; luego, cuatro y hasta cinco; y, al final,  me quedé con dudas porque según  de dónde los mirases, al ir avanzando en la ruta, con distintas perspectivas, te dabas cuentas que estaban  separados o que unos se escondían detrás de otros.
Islote Castro de la Olla, Islote Punta de Poo... son algunos de sus nombres.
Me encanta ver animales en su estado natural y aquí esta manada de caballo, yeguas y crías lo estaban y en un paraje espectacular. Era un restaurante vegetariano con estrellas, sin duda.

Y llegamos a la Playa de Poo, bellísimo  lugar, con arena  fina y blanca,  sin peligro para el baño, y lleno de  gente, que tumbarse a tostarse al sol   suele gustar bastante más que  irse a  pasear por  senderos estrechos al lado del mar.  Allí, disfrutando de un Aquarius a la sombra, pregunté por dónde seguía la ruta y... los turistas no sabían de qué les hablaba.

Pero encontramos el camino y  fuimos dejando atrás Poo, pasando por Punta Almenada y viendo enfrente la Isla de Poo, accesible en bajamar. Otro paraje muy bonito porque parecía que un gigante con su enorme y afilada hacha  le hubiera dado un tajo para separarla de la costa y convertirla en isla.

Y  llegamos a la  Playa de San Martín, un tanto alejada de cualquier núcleo urbano, por lo que tenía pocos bañistas.

Isla de San Martín, frente a la playa.

Abajo, al fondo,la Isla de Poo. En esta zona de acantilados el oleaje  golpeaba fuerte contra la costa, pese a que en todo el recorrido vimos la mar muy tranquila.

Ruinas de la Ermita de San Martín, en cuyos alrededores hicimos un pequeño parón para disfrutar del paisaje, el sol, hacer fotos...

Apartada y salvaje  Playa de Las Cámaras, pero con acceso por  una escalera de madera.

Alcanzamos Celoriu (o Celorio), donde  había mucha juventud (hay un centro jesuita de colonias de verano) y en una terracita junto a la playa tomamos refrescos (yo me bebí 4 Aquarius de naranja) y algún pintxo, mientras recabábamos información para seguir la ruta  lo más cerca posible al borde  de la mar.


Borizu estaba cerquita y nos presentamos rápidamente. Junto a la playa disponen de un enorme parking verde

Y de Borizu a Troenzo. Tienen un bonito camping allí, sobre el mar, que tuvimos que bordear para sobrepasarlo, mientras íbamos viendo la playa desde distintas perspectivas, todas ellas muy  bonitas.
Allí  hay un entrante hacia la mar, Punta Troenzo, pero había un cartel que indicaba que era  finca privada y no  entramos, aunque luego vimos en la distancia que  sí que había  transeúntes por allí,  porque se llegaba hasta una pequeña cala. 

Ya quedaba poquito para alcanzar nuestro destino de Barru (o Barro)

Éste era nuestro destino. Antes,   en un coqueto bar de camping sobre el mar, una encina se había ido  comiendo la barandilla de metal. Solución: cortar la encina. ¡Ingenieros los hay de todas las categorías!

Playa de Barru, flanqueada por la Playa de Sorraos y la Playa de Xigu.

Y ... tras disfrutar de esta  estupenda excursión, llena de acantilados, islotes, playas... ¿qué mejor que ir a cenar a "El Hoyu L´Agua", en Puertas de Vidiago, unos  chipirones afogaos y unos escalopines al cabrales?

Si pinchas en los enlaces de Relive verás la ruta (en dos  trozos)

Relive 'Afternoon Jul 9th'

Relive 'Afternoon Jul 9th'

(tengo más excursiones para enseñaros...    me falta tiempo...)

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