domingo, 7 de febrero de 2021

Miedo

Miedo.
Siento miedo, mucho miedo.
Nunca quise tenerlo por  amigo, pero me acompañaba día y noche, sobre todo, por las noches... en  verano y en invierno, impenitente.

Yo  nunca quise que me acompañara,
pero él miedo  se quedó conmigo,  
navegaba  a  mi alrededor, siendo okupa en mi mente. 
Miedo que no se ve, pero  se  siente,
miedo que  se  mete  en ti, te cohíbe, te paraliza, te  empequeñece...

Miedo que fue un regalo de mi padre,
un regalo envenenado;
me lo regalaba  sin piedad  de día, 
me lo  regalaba  envuelto  en la oscuridad de la noche,
en los meses que van desde enero a diciembre.

El miedo fue su  regalo diario,
el miedo y el menosprecio, el insulto que dolía severamente,
porque yo ya había oído que  el  borracho no miente.

Miedo que nace, se multiplica, 
crece como las malas hierbas,
el  coronavirus y...
toda esa irresponsable gente.

Miedo que vivirá conmigo hasta la muerte.
Rober Areizaga Ollobarren

Como dijo Franz Kafka, yo cuando era niño tenía miedo  de morir, porque  aún no había vivido.

Mi admirado Nelson Mandela: yo no soy un hombre valiente, porque siento miedo y nunca  le  he  vencido.

Tratando  de  superar mis límites, luché siempre por vencer mi miedo, pero apenas un puñado de ocasiones lo  conseguí, porque mi miedo  era un  árbol de mil ramas y  dos mil raíces.
Me he  dado  cuenta que al miedo le  encanta robar mis sueños.

Tengo miedo  de lo  que  va  a venir y  tengo  miedo  de lo  que ya  ha  pasado, porque  no vencí  al  miedo  y me  quedé  en él  atrapado.
Alguien dijo que  cuando termina  el miedo empieza la  vida.  Si  fuera  verdad, yo  aún no he  empezado a  vivir.

Tantas veces necesité  de alguien para compartir mi miedo, pero otras tantas veces no  encontré  a nadie.

De niño, mi vida  era una  película  de miedo.
El miedo se tiene, la  cobardía  se elige.

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