domingo, 15 de abril de 2012

Poemas para aprender y recitar


Invictus William Ernest Henley.

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
gracias doy al Dios que sea
por mi alma inquebrantable.

Caído en las garras de las circunstancias,
nadie me vio llorar ni gritar.
A los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira,
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
(Versión de la traducción de Ignacio Almagro)

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