lunes, 13 de marzo de 2023

Naufragio superado


Y yo estaba allí, 
realidad virtual o no, 
en la inmensidad del mar, 
en mi frágil barquito de papel, 
confusión emocional o no,  
en la temerosa oscuridad,  
en mi frágil barquito imaginario.

Yo, que había sido el  comandante del submarino...
Yo, que había  sido  el  capitán del barco...
Yo, que había  sido  el  timonel que  seguía el  rumbo  adecuado...  
Yo, que había sido el vigía que  buscaba  boyas y faros para  que  el barco navegara, para que no  confundiera  el  rumbo, para que no  encontrara obstáculos...
Yo, que había  sido marinero, almacenero y sobrecargo...
Yo, que había  sido socorrista, que había lanzado botes salvavidas   a los náufragos...
Yo, que había  sido  el  que nunca  quiso  abandonar  el barco en 30 años...
Yo, que había  sido  el que confió en el jefe de máquinas, en el primer oficial, en el contramaestre, en los cocineros, en los barrenderos y en los mecánicos...
Yo, que había  sido  el que izaba y  arriaba la  bandera en la isla de El  Mato.

Y ahora  estaba allí, perdido como un náufrago.

Es  nuestro mundo: 
las urgencias se  atienden, 
los enfermos mueren, se entierran  y  son olvidados.
Y yo me sentía así, 
sin faro, 
sin boya, 
sin ancla,
sin mástil,
sin bandera, 
sin timón, 
sin remos,
sin  rumbo, 
sin tripulación,
en mi  frágil  barquito de papel,
a la deriva navegando,
convencido de que lo había dado  todo,
trabajando durante tantos años, 
para  acabar hundiéndome en el Mar del Desengaño.
 
Pero... ella  siempre se mantuvo  a mi lado.
Ya sé  dónde  está mi barco.

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