Jugar el Maloka,
además, suponía un reencuentro con mi gran amiga Laura. No jugábamos juntas en
el frontón desde hacía más de una década, allá por nuestros años
universitarios, y echábamos de menos poder disfrutar juntas de algún campeonato
de frontenis, que era lo nuestro, o más bien lo mío. Así que, tras años sin
competir, disputamos un torneo en Barrika y al de pocos días de acabarlo, me
animé a llamar a Rober Areizaga, organizador del prestigioso Maloka, para interesarme por el torneo y plantearle
nuestra participación. Aparte de las casi 40 parejas masculinas que iban a
formar parte del campeonato masculino, a Rober le hacía ilusión poder organizar
un femenino.
Hablé con Rober,
hablé con Laura, y nuestra participación en el Maloka echó a rodar.
Arkaitz me dijo
que era imprescindible que conociésemos previamente el frontón, su particular
frontis, que no es otro que la pared de una ermita construida en honor a San
Ignacio, la ausencia de pared izquierda y sus medidas.
Pese que a Laura
le suponía más de una hora de viaje desplazarse hasta Zierbena, no puso ni la
más mínima pega para quedar un día a las 4 de la tarde para conocer el frontón
y entrenar.
Fue pisar el
frontón y aparecer Rober (al que yo no conocía en persona) junto con su
inseparable Amaia, la pareja responsable de sacar todo el torneo adelante. Se
presentaron, saludaron y convencieron a los niños que ocupaban la cancha para
que nos dejasen jugar. Y ahí empecé a darme cuenta de que el Maloka tenía algo
especial: “¿dónde te reciben así el día que vienes a entrenar?”. Había algo en
ese frontón, en ese ambiente, algo que te anima y empuja a entrenar, a dar lo
mejor de ti. Más adelante aprendí que también el Maloka te enseña a ser mejor
pelotari y que a su vez, pone a cada pelotari en su sitio.
Por fin llegó el
15 de Julio, día del debut. Sabíamos que teníamos rivales difíciles, rivales de
altura a las que la fama les precedía, y eso a mí, personalmente, me imponía
mucho respeto.
Ese primer
partido contra Silvia y Garazi fue lo más parecido a jugar contra nosotras
mismas. Estreno en el frontón, nervios, viento… Pudo ganar cualquiera. Lo
hicimos nosotras 25--24. Laura excepcional, como siempre. En mi caso, sabía que
tenía mucho que mejorar, y tenía una semana por delante hasta el siguiente
partido.
Pasaron días y
recuerdo que era sábado y que jugaban nuestras próximas rivales, así que
Alberto y yo decidimos ir a ver el partido. Llegamos al frontón, repleto de
gente, y para cuando quisimos darnos cuenta, llevábamos cuatro horas pegados a
las gradas.
De nuevo el Maloka nos volvía a cautivar: jugaban unos navarros venidos de Isaba, sí, ¡desde Isaba!; un padre (Areizaga I) disfrutando del privilegio de jugar con su hijo (Areizaga II) contra una de las parejas candidatas a txapela (Trijueke--Hueso), mientras la tercera generación (Areizaga III) les anima desde la grada; un tal Jabitxa, que llegó a todo correr después de correr todo (Subida al Montaño) y que perdió su partido frente a Erlantz y Leire Etxaniz, “lanzallamas” él, única mujer que jugaba con los hombres, ella. ¡Qué era aquello! Fue una tarde preciosa.Al día siguiente, Laura y yo nos medíamos a Arrizabalaga--Saez. El apellido Arrizabalaga llevaba tiempo taladrándome la cabeza. De sobra conocida por Laura, y como no, por la afición pelotazale, el concurso de Olatz Arrizabalaga me ponía literalmente de los nervios. Calculaba mentalmente cuántos tantos de dejada me podría llegar a hacer. Si en el partido que nos enfrentó llegan a estar más acertados sus latigazos, ahora mismo la historia sería otra.
Jugamos el partido y creo que le conté cinco chapas. Enorme pelotari Olatz, bien acompañada por Irati Saez en la zaga. Afortunadamente otra victoria para nuestro bolsillo (25--16), y para el mío en particular, una pizca más de confianza.
Rober escribió en las crónicas de Haixeder (blog oficial del torneo): “Hay veces que el mérito de un pelotari no está en cómo juega, sino en jugar con quien juega”. Y eso es lo que me pasa a mí con Lauri, que el mérito es suyo, que juega tanto y tan bien que a mí me basta con cumplir.
Tres partidos, tres victorias, y a la final invictas. No estaba mal. Desde el principio me hacía mucha ilusión ganar el Maloka, como cualquiera de los casi 100 pelotaris que formaban parte del torneo, pero a estas alturas lo ansiaba.
Final frente a las rivales del primer partido. Silvia me daba miedo, Garazi pánico. A mí sólo me quedaba seguir entrenando para poder llegar con un poco más de confianza a la final. Así que me tocó “hacer horas extras”:
“Alberto, salgo
del trabajo, quedamos en el frontón”. Y Alberto conmigo, paciente, entrenando,
jugando partidos a 25, aconsejándome, corrigiéndome, depurando defectos y
puliendo pequeñas virtudes, de 8 a 9 de la tarde en el frontón viejo de Güeñes.
Mientras, me
imaginaba a Laura en Eskoriatza mucho más tranquila, con esa calma que le han
dado los años en el frontón, las horas pegada a la pala, su talento natural, su
clase…
El día de la
final llegó y no me desperté con buenas sensaciones, así que traté de no pensar
y distraerme. Al menos mi conciencia estaba tranquila con los entrenos
realizados. Digamos que no iba al exámen sin estudiar.
Llegué al
frontón ese sábado 28 de Julio hecha un manojo de nervios. Laura llegó poco
después. Gente que no esperaba (familia y amigos) aparecieron por sorpresa,
algo que siempre recordaré y agradeceré. Eso sí, suponía para mí más presión y más
nervios.
Salimos a calentar con 320 espectadores en las gradas. Rober micro en mano y la música por los altavoces sonando. Estaba todo listo para empezar, aunque la que sentía que no estaba preparada era yo: músculos rígidos por los nervios, sendos nudos en garganta y estómago.
Arranca el partido, o suelto presión o no seré capaz de soportar ni el primer joko. La contienda empieza igualada como era de esperar, sin que ninguna de las dos parejas se distancie en el marcador, pero llega el momento clave: empate a 9, tanto a nuestro favor y nos llevamos el primer joko. Alegría para nosotras y golpe psicológico para ellas, supuse.
Los nervios no desparecieron, pero me dejaron respirar a raíz del segundo joko. Yo intentaba no cometer errores, la magia la ponía Laura. Segundo joko 10-7 a nuestro favor pero prohibido bajar la guardia, mis temidas Silvia y Garazi están en frente.
Entrega de premios, baño en el mar (el mejor de mi vida) y celebración con nuestra afición. Día inolvidable, muy feliz.
Arranca el partido, o suelto presión o no seré capaz de soportar ni el primer joko. La contienda empieza igualada como era de esperar, sin que ninguna de las dos parejas se distancie en el marcador, pero llega el momento clave: empate a 9, tanto a nuestro favor y nos llevamos el primer joko. Alegría para nosotras y golpe psicológico para ellas, supuse.
Los nervios no desparecieron, pero me dejaron respirar a raíz del segundo joko. Yo intentaba no cometer errores, la magia la ponía Laura. Segundo joko 10-7 a nuestro favor pero prohibido bajar la guardia, mis temidas Silvia y Garazi están en frente.
Tercer joko, avanzabamos hacia la txapela, Laura me llevaba en volandas, con ella todo es más fácil. Partido bonito y disputado hasta el final que se resuelve a nuestro favor, tras ganar el último joko de nuevo por 10-7. Y ya está, respiro, ya somos campeonas del Maloka, el torneo que me ha obsesionado durante el último mes.
Felicitamos sinceramente a nuestras rivales, aplaudo agradecida a todo el público y abrazo a Lauri con la mayor de las gratitudes. La elegida mejor pelotari del torneo me ha hecho txapelduna, y yo siento que se lo debía, que necesitaba ganar esa txapela por todos los viajes que desde tan lejos ha tenido que hacer, por cada grito de ánimo que me dedicaba cuando yo fallaba el más tonto de los tantos, por tantas y tantas cosas… Esa txapela lo compensaba todo.
Enseguida Rober se acerca a inmortalizar el momento. Esas fotos que guardaremos con mucho cariño y que harán que dentro de muchos años al volver a verlas quizá asome alguna lágrima. Amigos, familia, el frontón y nosotras.Entrega de premios, baño en el mar (el mejor de mi vida) y celebración con nuestra afición. Día inolvidable, muy feliz.
Mila esker
Rober, bihotz-bihotzez, por tu trato, por cuidar cada detalle, por hacernos
sentir como en casa, por tu sonrisa amable, por sacar adelante algo tan bonito.
Estos días siempre me preguntaba qué sería más difícil, si ganar el Maloka u organizarlo.
Él es el único que lo sabe.
Estos días siempre me preguntaba qué sería más difícil, si ganar el Maloka u organizarlo.
Él es el único que lo sabe.
El Maloka 2018
se acabó…y ¿ahora qué?.
Zierbena, verano
de 2018.
Inge
Sancristobal.
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