martes, 30 de septiembre de 2014

"El niño", Helen Buckley


Esta es la historia de un niño que por primera vez va a la escuela. Iba acompañado de su mamá. Al llegar a la escuela, el portero le dice a la señora que el niño puede pasar, pero ella no; el niño mira de reojo a su mamá y agitando la mano en señal de despedida, entra a la escuela.

La escuela era bien grande, pero cuando el niño vio que podía ir a su salón de clases directamente desde la puerta de afuera, se sintió feliz y, desde ese momento, la escuela ya no le parecía tan grande.

Así, el niño toca la puerta y escucha una voz que le dice  -- "adelante", entra tímidamente, saluda y la maestra le dice  -- "puedes sentarte". El niño se da cuenta que es el primero en llegar y ve un lugar cerca de una ventana y, de pronto, la maestra dice:

-- "¡Detente! Siéntate aquí" .Al niño le hubiera gustado más sentarse cerca de la ventana.

Así, una mañana, cuando hacía poco que estaba en la escuela, la maestra dijo:

-- "Hoy vamos a hacer un dibujo."

-- "Bien", pensó el niño, -- "a mi me gusta mucho dibujar".

Él sabía dibujar muchas cosas: leones, tigres, elefantes, aviones, trenes, barcos... y tomó su caja de lápices de colores y comenzó a dibujar monitos, a pintar carritos... que era lo que más le gustaba, luego dibujo leones, tigres, gallinas, aviones, trenes, barcos, pues, a él le gustaba mucho dibujar.

De pronto la maestra dijo:

-- "¡Detente!  No es hora de comenzar, empiecen a pintar sólo cuando yo lo ordene."

Y él esperó hasta que todos estuvieran listos.

-- "Ahora pueden empezar, " – dijo la maestra – "vamos a dibujar flores".

-- "Que bien". – pensó el niño. A él le gustaba dibujar flores.

Y comenzó a pintar una margarita: de pronto, la maestra dice:

-- "¡Detente! Hoy vamos a pintar rosas, no vamos a pintar margaritas."

El niño, inmediatamente, dibujó una rosa con el tallo negro y pétalos amarillos, le quedó preciosa, pero la maestra le dice:

-- "¡Detente! Vamos a pintar rosas de tallo verde y pétalos rojos. Yo les mostraré cómo se hacen. Miren."

-- "Así…" – Dijo la maestra, y dibujó en la pizarra una flor roja con el tallo verde.

-- "Ahora sí", dijo la maestra, -- "Ahora pueden comenzar".

El niño miró la flor de la maestra y luego la suya, y a él le gustaba más su flor que la de la maestra. Y no dijo nada. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra, roja con el tallo verde.

Otro día, la maestra dijo:

– "Hoy vamos a trabajar con plastilina".

-. "Excelente" – pensó él, y podía hacer todo tipo de cosas con plastilina.

Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina e inmediatamente empezó a hacer muñecos, serpientes, elefantes, autos y camiones hasta que la profesora dijo:

-. "¡Detente! No es hora de comenzar..."

Y él esperó hasta que todos estuvieran preparados.

.- "Ahora" – dijo la maestra – "ustedes van a hacer una serpiente".

-. "Bien", pensó el niño. A él le gustaba hacer serpientes. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas; de pronto la maestra le dice:

-- "¡Detente! Yo les mostraré como hacer una serpiente larga. Ahora pueden comenzar."

El niño miró la serpiente de la maestra, entonces miró la suya, y a él le gustaba más la suya que la "culebrota" de su maestra. Pero no dijo nada. Simplemente amasó la plastilina en una gran bola, e hizo una gran serpiente como la de la maestra.

Así, y luego, el niño aprendió a esperar, y a observar y a hacer las cosas como las de la maestra.


Y sucedió un día que el niño y su familia se mudaron a otra ciudad y, por consiguiente, a otra casa y a otra escuela.

Esa escuela era mucho más grande que la primera, tenía un gran portón afuera, pero para llegar a su aula, el niño tenía que caminar por un corredor muy largo.

Y justamente su primer día de clases en esa escuela, la maestra dijo:

-- "Hoy vamos a hacer un dibujo".

-- "Bien", pensó el niño, y esperó que la maestra le dijera qué hacer.

Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el aula. Cuando se acercó al niño, ella dijo:

-- "¿Tú no quieres dibujar?".
– "Sí" – dijo el niño – "pero estoy esperando que usted me diga cómo lo tengo que hacer. ¿Qué vamos a dibujar?"

-- "Lo que tú quieras", dijo la maestra.

-- "¿Cómo lo haré?", preguntó el niño.

-- "¿Cómo?", dijo la maestra –"De la manera que más te guste".

–"¿Y de cualquier color?", pregunto él.

-- "De cualquier color" – dijo la maestra; –"Si todos usaran los mismos colores e hicieran los mismos dibujos, ¿cómo se podría saber quién hizo qué y cual sería de quien?”

-- "Yo no sé" - dijo el niño.

-- "Como tú quieras" – contestó la maestra.

-- "No lo entiendo" – pensó el niño...

Y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

     Una buena reflexión no le puede hacer daño a nadie...     

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