Así me sentía yo,
desnudo y con los pies descalzos
y él me arrojaba a los lobos;
miedo, angustia, lágrimas y desesperación...
Su crueldad destruía mis ilusiones,
su fuerza vencía a mi tenacidad...
derrotado caía cada día
y nunca pensaba que me podría levantar.
Rompía mis castillos de arena,
me ahogaba en el mar,
yo era un niño confundido
no entendía porqué la sinrazón se apoderaba de la realidad.
Salía corriendo y buscaba no sé qué,
quizás, algún dios que me ayudase,
pero sólo encontraba soledad;
al lado del acantilado, hablaba conmigo mismo,
cubierto de mis temores y mi debilidad.
Frío, mucho frío y mucha oscuridad.
Noches sin poder dormir.
Y ojos llorando...
Sobreviví al monstruo,
pero no al recuerdo del dolor.
Así fui mi niñez, así me recuerdo yo.
Y ahora en mi camino te encuentro a ti,
inestable, con la envidia de disfraz,
intransigente y arrogante...
me desprecias a mí para ponerte tú en valor.
Te contaré el final de la historia:
sobreviví al monstruo,
pero no al recuerdo del dolor.
Lloraré de nuevo, sí,
pero si él no me venció, tú no me vencerás.
Él me arrojaba a los lobos,
pero los lobos no eran tan crueles como él
y se hicieron mis amigos.
Desde entonces, los lobos los lidero yo.
Él me arrojaba a los lobos,
pero los lobos no eran tan crueles como él
y se hicieron mis amigos.
Desde entonces, los lobos los lidero yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.