Existe "El coleccionista de huesos" con Denzel Washington y Angelina Jolie. ¡Casi nada!
Existe "El coleccionista de amantes" con Morgan Freeman y Ashley Judd. ¡Brutal!
Pero no existe "El coleccionista de recuerdos" y ese quiero ser yo, porque desde niño he tenido un deseo de guardar. Guardaba mis canicas, guardaba mis soldaditos, guardaba mis cromos, guardaba mis palos de los helados con los nombres de las traineras que dejaba navegar por el regatillo entre calas que salía del lavadero de casa o en el arroyo JUENES, guardaba fósiles y minerales que encontraba en MOREO, guardaba mis dibujos, guardaba un cuaderno con todos los partidos de pala que jugaba y otro con las matrículas de los coches que empezaban a venir a mi pueblo a principios de la década de los años 70, guardaba las cartas que me escribían, guardaba las postales, guardaba los poemas que escribía... Yo me sentía tan pobre que lo guardaba todo para tener algo, pero mi padre, a traición, me lo destruía. Los recuerdos son todo para mí, es lo que tengo. Me siento un coleccionista de recuerdos.
Yo soy yo y mis recuerdos. Nada más. Ese es el único valor que tengo. Me duermo recordando y hasta cuando no puedo dormir recuerdo para no tener miedo en la noche. Los fantasmas que se apoderan de ti cuando eres niño, permanecen contigo para siempre.
Al igual que en 2019, Unai Elosegi, concejal de cultura y deportes de Zierbena, me pidió que hiciera fotos en la GALIPA MENDI BIRA. ¿Unai Elosegi me pedía ayuda? No, yo no lo veo así, Unai Elosegi me hacía un favor, porque me daba oportunidad de colaborar, de ayudar, de hacer fotos y aumentar mi colección de recuerdos. Cada uno es feliz a su manera. Yo lo soy siendo útil a mi pueblo, a su gente, a amigos que conozco y a gente que no conozco pero que puedo llegar a conocer. Ese es el espíritu del coleccionista. Es el lema de haixeder: "Beti zain, beti bila".
Veo que ponen en marcha sus piernas al mismo tiempo que ponen en marcha sus cronómetros. Yo no entiendo muy bien la importancia que le dan al tiempo que tardan en realizar la marcha. Cada paso es lo importante. Encontrarte una mariposa en el camino es lo que cuenta y así olvidarte de las posibles garrapatas que se te adhieren al caminar entre helechos de dos metros. Pensando en el tiempo que marca el reloj no se disfruta, te puedes hasta agobiar. Hacer el camino es lo que importa, la compañía, superarte, conseguirlo... el tiempo es relativo; lo que para mis 63 años está bien, sería un fracaso para el de 35.
12 de junio: día de aniversario. 12 de junio: lloviendo. 12 de junio: a "El Peñón" con una dolencia en la rodilla. 12 de junio: comida familiar. Todo eso no es problema ni impedimento cuando te sientes reconfortado y valorado, cuando se acuerdan de ti, cuando cuentan contigo. Y el concejal de cultura y deporte de tu pueblo no es cualquiera, al menos, no lo es para mí.
Disfrutar, ese es el sentido de la marcha. Es la recompensa al esfuerzo. Y llevarte recuerdos, aunque no los colecciones. Si sonríes haces sonreír a los demás. El cansancio se nota menos con una sonrisa. Puedes sentirte petirrojo y echarte a volar, así no te darás ni cuenta de que , en realidad, estás andando.
No soy fotógrafo. No entiendo de fotografía, pero la ilusión te hace ser atrevido y te pones a hacer fotos, allí, en el monte, a la gente que pasa en la marcha y en las carreras... unas fotos salen bien, otras regular, muchas salen mal y algunas ni siquiera pueden llamarse fotografías.
Tratas de saludarles, animarles... unos te miran, muchos sonríen, otros ni te ven... cuando llegas a la cima de "El Peñón", si has dado todo lo que tenías, y vienes además de subir y bajar Punta Lucero, te tiemblan las piernas, el aire es como un puñal que se clava en los pulmones, no ves, tus ojos están perdidos, cuesta articular palabras, No vas erguido, vas como "los ancianos encorvados a los que parece que la tierra les llama" (que cantó Fito la otra noche en San Mamés), no eres capaz ni de pensar...
Su pantalón y el mío eran iguales. En el resto me ganaba de largo. Me hice una pregunta: ¿a cuántos montes habrá subido mientras ha crecido su barba? Caminaba pensativo, sin prisa, rostro serio, pero me miró un instante.
Y yo allí, molestando al fin y al cabo, queriendo que me miren, que me sonrían, que se detengan en su marcha y que hagan algún gesto para hacer la foto perfecta. Y todo eso en un rosario de mujeres, hombres, adultos y jóvenes, niños y hasta perros.
Al fondo, mi pueblo, la Playa de La Arena. Me gustó mucho que Unai Elosegi me encomendara subir a El Peñón a sacar fotos. Hacía ya tres años que no subía a "El Peñón". Bajé una piña del pinar y una piedra del pozo de trinchera. Un coleccionista de recuerdos debe aprovechar todos los momentos. Tu colección nunca se acaba, es interminable.
Yo con mi paraguas, con las gotas cayendo por las lentes de mis gafas, con los pies mojados, queriendo buscar la panorámica ideal, agachado a ras de suelo, subido a un árbol o entre los helechos y árgomas... la cámara que se bloquea, que se acaba la batería, la tarjeta de memoria a tope, ¡qué vienen más!, ¡qué no me da tiempo!, ¡joer! ¡qué pasa que no enfoca bien!... ¡Diossss!
Mi alumno, mi amigo, mi querido Jabitxa. Llevaba mucho tiempo sin verle y yo quería darle un abrazo largo, y preguntarle por Lierni y por Nekane, pero él iba corriendo en la de 21 km y no podía entretenerle. Guardo el abrazo, porque sé que le veré muy pronto.
Eskerrik asko Unai Elosegi.
Eskerrik asko, senderistas y korrikalaris!
Me suenan sus caras. Pero no sé quiénes son. No importa. Lo importante es que existen, que hacen deporte, que sonríen, que te regalan recuerdos...Nadie tiene una amiga que no se merezca. si la tienes, caduca si no la cuidas debidamente.
¡Ojalá nos veamos dentro de un año!
La soledad es muy triste. La compañía es reconfortante. Juntos se llega más lejos.
Un coleccionista de recuerdos nunca se detiene, su colección siempre está incompleta.
¿Es la marcha lo importante? ¿Son los korrikalaris los protagonistas de la Mendi Bira? ¿Importa quién cruza la meta en menos tiempo? Que se agoten los dorsales, ¿es el verdadero triunfo? Yo...hice una reflexión. El voluntariado es el premio. Gente de Zierbena y gente que no son de Zierbena. Hombres y mujeres. Personas de todas las edades. Unos con las inscripciones, otros con las camisetas, unas cortando fruta desde las seis de la mañana, otros marcando el recorrido el día antes, unos en los puestos de avituallamiento, otros haciendo fotos, todos ayudando... muchos de ellos y ellas seguro que habrían hecho la marcha a gusto, pero estuvieron donde se les necesitaba. El voluntariado venció en la Galipa Mendi Bira.
¡Qué aspiraciones tan diferentes tenemos las personas! Yo bajo de "El Peñón" una piedra de su trinchera de recuerdo y ahí cerca, unos hombres de negro han arrasado las trincheras del Cinturón de Hierro. La codicia destruye. Viven en la apariencia y no cuidan la esencia.
¡Qué comportamientos tan dispares tenemos las personas! Yo bajo una piedra de "El Peñón" de recuerdo y hace cinco décadas unos hombres de negro dinamitaban el norte de "El Peñón" para sepultar una marisma.
Y casi nadie lo recuerda. Existen sepultureros de recuerdos. Son mi antítesis.
Yo colecciono recuerdos para que no se mueran, porque las personas permanecen vivas mientras vivos permanecen sus recuerdos. Llegará un día y los hombres de negro morirán, pese a su cochazo, pese a su lujosa casa, pese a su caro traje... y dejarán aquí su "fortuna". Pero no quedará su recuerdo. No tienen sitio en mi colección. Mi colección es solamente para los recuerdos de los humildes, de los que te miran y sonríen mientras van de marcha, de los que se emocionan al ver un txepetx entre los jaros al pasar.
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