Hace semanas que no escribía,
estuve ocupado en achicar el agua,
que inundó mi huerto de jubilado,
que han sido semanas de tormentas,
nubes de lluvia en el cielo,
nubarrones de descaro en la tierra,
cruce de arroyos naturales de Espinillas y Kardeo
y las artificiales fluviales del destrozado Moreo.
Hace semanas que no escribía,
viví imaginando un decreto de alcaldía,
esperanzado en la existencia de la justicia y el valor,
a sabiendas de que no existen ni la tinta,
ni la sangre marrón,
que son solamente putos engaños y mentiras.
Hace semanas que no escribía,
me quedé a dormir en los frontones,
y escribí el guión de mis mejores sueños,
escapándome de noche a los cementerios
para bailar sobre las tumbas de futboleros muertos.
Hace semanas que no escribía,
me pasé horas escuchando sus canciones,
deshojando sus versos como si fueran flores,
que se ha muerto el poeta de las utopías
y siguen vivos los fachas que infectan su Extremaydura.
Hace semanas que no escribía...
y ahora tengo mucho que escribir,
las frases se me han ido amontonando
en el trastero de mi memoria,
que no se acaba el tiempo,
que sólo se acaba el año.
No tengo casi nada y lo tengo todo,
mi amor, mi mar, mi perro y mi gato,
mi huerta llena de lores,
mis pies para caminar playas y montes,
mi haixeder, mis emociones,
los enemigos presos de sus inmerecidos galones.
Tus amigos libres en las cárceles,
¿dónde estaban mis amigos?
Mis amigos están en los frontones, Robe.




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