Parecía una gigantesca piedra, pero yo vi en ella la imagen de un despiadado monstruo, semi enterrado por la marea, encadenado a la arena. Allí, petrificado, tenía la cabeza fuera para mantenerse vivo. Parecía un verdadero monstruo, con ojos, morro, pequeña boca y un protuberante grano en la frente, colgándole por los lados de su cara las orejas. Subí a su lomo y lo dominé. Entonces, comprendí su desdicha, preso para la eternidad en una playa salvaje, casi inaccesible, por los siglos de los siglos. Sentí pena y le pedí perdón por mi atrevimiento. Me miró con ojos tristes y comprendí que no era un despiadado monstruo, sino un monstruo bonachón esclavo del tiempo. Tenía que irme, seguir mi ruta, le dije agur con un beso en su frente y le prometí volver algún día a visitarle.
Pincha en el enlace y verás panorámica 3D de la ruta: Relive 'Afternoon Jul 6th'
Hacía dos años que estuve aquí, en el Faro de Vidio, y me quedé con pena de descender por los acantilados hasta sus solitarias playas y recorrerlas a pie, las cuatro (Playa Peñadoria, Playa de Cueva, Playa del Gallo y Playa de Vallina), pero en aquella ocasión la marea estaba alta y se hacía imposible. Quería volver y recorrerlas en bajamar, pasar de una a otra, saltando por las peñas, que soy de Zierbena. Desde el Faro de Cabo Vidio sale una ruta por arriba, por los acantilados, una ruta bonita y corta, pero esa no me seducía, yo quería bajar a la orilla del mar y caminar durante horas sobre millones de piedrecitas moldeadas por las olas durante incontables años.
En el faro me llevé una sorpresa agradable, había un puesto con enormes panes dulces, que no son fáciles de encontrar y me llevé uno enorme, que aún sigo comiendo. Está sabrosísimo. En realidad habría comprado dos o tres, pero Amaia podría haber pensado que estaba loco y... me reprimí.
Le propuse hacer la ruta de las playas. Se lo pensó mirándolas y aceptó el reto.
Primero había que bajar a la Playa de Peñadoria, que tiene un buen camino de descenso e incluso una rampa cementada sobre las rocas naturales que salen de las entrañas de la playa. Vista desde arriba tiene forma de media luna y se ve espectacular. No había ni usa sola persona en ella, solamente un loco de Zierbena y su chica. Es lo que a mí más me gusta. ¿Quién no ha deseado alguna vez estar en una preciosa y solitaria playa con su chica?
En la Playa de Peñadoria prácticamente no había arena, solamente piedras.
Al recorrerla entera y mirar atrás se veía el faro de Cabo Vidio.
Entre la Playa de Peñadoria, la 1ª, y la de Cueva hay un buen trecho de peñas que solamente se pueden andar en bajamar. Y cuando vas a entrar en la 2ª playa, la de Cueva, te encuentras con una ventana construida por el mar y su oleaje.
Y al sobrepasarla me encontré una enorme cuerda que me recordó mis años de recolector de algas en Zierbena y me puse a jugar con ella. Me la quería llevar, pero era imposible sacarla de allí.
Y luego me encontré un balón arrastrado hasta allí por el oleaje. Entonces me di cuenta de que en Rusia se estaba jugando un Mundial de fútbol y de que yo no me estaba enterando de nada.
Tras sacarle esta fotografía a Amaia lo arrojé de una patada mar adentro, pero el mar rápidamente me lo devolvió a tierra, como queriendo jugar conmigo. Me rendí, el mar es demasiado poderoso como para retarle a nada.
Preferí retar a Amaia a seguir andando en busca de nuestro destino.
Entonces fue cuando me encontré otro horrible monstruo con aspecto de momia egipcia.
Desconozco la razón de llamarla la Playa de Cueva, pero lo cierto es que se ven unas cuantas casi conquistadas o tapadas por las piedras. Quizás, años atrás... eran grandes cuevas, como pasaba con los covachones de El Lastrón en Zierbena.
2ª playa casi finalizada de andar.
Pero había una inimaginable sorpresa: un rebaño de cabras (no sé si de las cabras de monte, de las cabras marinas o si eran híbridas) entre el paso de Playa de Cueva a Playa del Gallo.
Yo soy de pueblo y, bien, me entendí con ellas sin problema. Amaia, que es de Barakaldo, tenía dudas de si era una frontera segura de cruzar. Había una ventana en las peñas, pero para demostrar que los de Barakaldo valen mucho decidió pasar entre las cabras.
De las cuatro playas, ésta es la que más arena tenía y se andaba fácil, por lo que no tardamos mucho en recorrerla y decidimos hacer un descansito para disfrutar del sol, la arena, la fotografía... y reponer fuerzas con fruta, agua y frutos secos.
Me senté, miré al mar y a lo lejos seguía distinguiendo el faro de Cabo Vidio, pero ya a 5 km de distancia, aproximadamente.
Al continuar la marcha, enseguida llegamos a la siguiente y cuarta playa, la de Vallina, posiblemente, la más larga de las cuatro, con muchas piedras en su primera mitad y ya bastante arena después. En esta playa ya habíamos estado hacía dos años toda una tarde.Este antiguo molino está siendo comido por las piedras (esta imagen es de hace 2 años)
La recuerdo por su cascadas que bajan del acantilado.
Allí se me ocurrió escribir Maloka 2018 en la arena, y con piedras, para las crónicas de haixeder sobre el torneo...
Al acabar la playa hay una rampa con botes de pescadores de Albuerne y Valdredo, algunos en perfecto estado aún
En el final de la Playa Vallina también hay ventana con vistas al mar y monstruos autóctonos...
Y al mirar atrás... se veía nuestra ruta completa
La marea tiraba para arriba y andar por las playas de piedras resultaba pesado, por lo que decidimos regresar a pie por el interior, subiendo a Valdredo y, luego, yendo por carretera hasta Oviñana y, de allí, hasta cerca del faro, donde teníamos el vehículo. De esa forma ganábamos tiempo y las piernas sufrirían bastante menos que volviendo al punto de partida por las playas.
En el camino vimos varios hórreos.
Éste era el final de nuestra ruta, junto al pesquero Alderaban (1964)
Todavía teníamos tiempo de pegar otro mordisco al pan dulce y de contemplar la puesta de sol.
Y cerquita, una bandada de gaviotas vegetarianas paciendo hierba.
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