viernes, 22 de julio de 2022

Maloka es un tren

Estar en  el  sitio  adecuado  y  en  el momento preciso es una  virtud  al alcance  de  pocos. En la kantxa medio metro puede  ser una distancia  inalcanzable. Llegar, pero un  segundo  tarde, puede suponer un tanto  en  contra. Un tanto, a veces,  marca la  diferencia  entre  ganar o perder.

Tener prisa es tan  inapropiado  como  ir demasiado  lento. Las ansias por  ganar entorpecen más que  ayudan. La  paciencia de  saber esperar es una  virtud. La víbora es paciente y peligrosa; su  mordedura puede ser letal. El mosquito  te  clava   el aguijón, notas el pinchazo,  y  le  aplastas  de un manotazo por insolente. ¿Tú  a quién  escogerías  de rival?
La  velocidad o  ritmo idóneo  cambian al inicio  y  al  final  del partido. Lo  que  pierdes con un mal inicio  cuesta  recuperar  después. Si  sacas  ventaja  y  te  relajas... igual  te  arrepientes. Lo único  que  cuenta  es  llegar  a  25 antes  que  tu  rival.

La pala  en el Maloka  tiene muchos  apeaderos, pero no  en  todos para  el tren. 
Cada  partido  es una  guerra de  desgaste, precisión, resistencia... inteligencia. No  siempre  hay una  segunda oportunidad.

Hay  circunstancias  difíciles  de  entender... En la  jornada  II  del  Maloka una pareja  vence  a otra. Inesperadamente. Al  final  de la liguilla  del  grupo,  la  que  perdió  ese  día  acaba  en  primer lugar  en la  clasificación  del  grupo. La  pareja  que  ganó  aquel  día ha  acabado  siendo la última  clasificada  del  grupo.
Hace un par  de días  había un marcador 24  a  17. Ese  marcador  clasificaba  a los  que  ganaban y  mandaba a  casa  a los  que perdían. El  siguiente  tanto  lo  hicieron los que  perdían  y luego los  que  ganaban,  25--18. Los  perdedores  del  partido pasan  a 1/8  de final por  ese  tanto 18. Los  ganadores  se  van  a casa. Circunstancias que  no  son  sencillas  de explicar. Pasaba  el  tren y unos lo  cogieron, los otros  se entretuvieron  sacando los  billetes. El tren, se  fue. había  sitio  en él para  ellos, pero lo  perdieron.
ENDIKA--I. RAMOS  han  jugado un  gran partido contra  una  gran pareja, una pareja  temible para casi  todos. No tenían nada  que perder, ya lo habían perdido  todo o casi  todo. Se puede apostillar  que  jugaron  bien hasta  que  Del Horno   calibró  la mira telescópica de su  zurda de oro, si, pero los  colorados  defendieron excelentemente,  corrieron,  se  entregaron  y  compitieron de manera  sobresaliente. Hasta  se permitieron rematar tantos que  sumaron puntos y  recogieron  merecidos aplausos. No  habían  hecho  eso  en los  dos partidos  anteriores  ante  rivales de  menos  empaque;  ni  en el que perdieron (no jugaron  nada  de  nada), ni  en el que  ganaron.
Habrá  quien diga  que  se van con la  cabeza  alta. Habrá  quien  diga  que deberían  haber  jugado  así  los  partidos  anteriores. Aquí  todo el mundo opina, pero  sólo uno  escribe.

Oskar sostiene  a Del Horno. Del Horno pone  el  Vega Sicilia  en la mesa, pero  Oskar cocina y  sirve  en  bandeja los mejores platos. Si  no  estuviera  Oskar  como un  coloso, Del Horno no comería en  el  Restaurante  Victoria cada  tarde  en el Maloka
Del Horno  es un francotirador exquisito. Oskar  cava  la  trinchera y Del Horno dispara  con precisión y mata. Y  si no te mata, te  deja  herido. Te  rematará después. Oskar  es un león, dará  su  vida  por  ser el  rey  del Maloka. Del Horno  es una libélula, te  hipnotiza  con  sus movimientos, se mueve  tan  rápido  que   tus  ojos no pueden  seguirle.  Hay millones  de  insectos, pero Del  Horno  es la libélula del Maloka.
Del Horno  sabe que el león  es importante  para  defenderle.  Oskar  sabe  que   él necesita una libélula para  su  jardín. Del Horno cree en Oskar. Oskar  cree en Del Horno. Suman juntos, suman mucho juntos, son exponenciales.
Oskar ha jugado seis Malokas  antes. Tres  con Del Horno (2016-2017 y 2018). Oskar  no ganó  el Maloka  sino  con  Del Horno. Fue  en  2017.

Del Horno también ha jugado  seis Malokas. Ya jugó con el gran Igor  Tajada,  pero no ganaron. Ya  jugó  con Belarri, pero no ganaron.
En deporte, sólo puede ganar uno.  Y generalmente,  es  el mejor, pero no  siempre. Las  circunstancias cuentan, la suerte, las lesiones, el viento... la pelota  es,  a veces, caprichosa. Entra por un  cm.  Se  sale por un cm.

Suena  el pitido  del  tren. Se  acerca. ¿Dónde  están las maletas? ¿Los billetes? No  te olvides los  billetes. ¿Quién  te llama  ahora?  Cuélgale.  Venga,  vamos,  que   el  tren  ya  está  aquí... No  nos  espera. 
El  tren  es una máquina  que  nunca  se  humanizará. Del Horno--Oskar  son  dos  humanos que  pueden  actuar  como máquinas con una pala  en el Maloka.
Esta tarde  me han  gustado  ENDIKA--RAMOS. Esperaba poco  de ellos  y han  dado  mucho, lo han dado  todo. De hoy  en  adelante, se merecen mi  respeto, pero solamente  si  juegan  como hoy. Hay  que  exigir el máximo  siempre. No  sé  si  es el  caso, pero hay jugadores que  se crecen  ante  un  rival  de categoría. Partidazo  de  ENDIKA  Arriortua. Partidazo  de Iker RAMOS.
ENDIKA--I. RAMOS    15
DEL HORNO--OSKAR   25

Los jugadores nunca  dan mérito al juez; ellos  son los protagonistas, se saludan  al  finalizar  el partido... sonríen, se abrazan,  son  camaradas del  frontón. Al juez ni le  ven, ni le  miran, ni le  saludan... le ignoran. Al juez le dejan  siempre  en  tierra, no hay  sitio para  él  en el  tren  de los pelotaris.

Dan Necol es diferente.

Acaba  el partido  de  Del Horno--Oskar. Casi  300 personas  en  el frontón. Hora de las neskas pelotaris. No se  va  nadie de las  gradas. No sé quién  ha hecho posible  que  Inge--Lauri  y Zugaza--Silvia  jueguen  en  el Maloka   con  casi  300 personas  en las  gradas. Una mente  maravillosa, la misma  que  puede hacer  que  jueguen  ante  20 y no 300. Nadie  se  para  a  pensar  en ello,  creen en las  casualidades. Las mentes maravillosas  son las  que más  sufren.

¿En  qué otro  frontón  pasa  eso?
Qué se lo pregunten  a  Roman Maldonado, botillero  de las  azulonas ¿Acaso  a él no le gustaría  jugar  en el Maloka en  este  ambiente? Sí,  saldría  sonriente,  con  voz  dulce y  envuelto  en la  albiceleste.  Román,  tú  vives de los  sentimientos que  emocionan. Como yo. Nos  rodea  gente que  vive de otra cosa.  Algunos lo llaman Neuros.

El  otro spicker  dijo  que  era la  final  femenina anticipada. No  sé  si alguien pudo  ofenderse. Tal  vez. Pero... ese dice verdades  como puños. Estas cuatro hace  semanas  que  sacaron  el  billete para  la  final. Se han pasado   unos  cuantos  ratos  entrenando,  especialmente, Inge. Sus  días  deben  ser más  largos  que los  del  resto.
Laura  Saez  no necesita  entrenar. Es la  Annemiek van Vleuten del  ciclismo. ¿No  sabéis  quién  es  Annemiek? Bueno, la Vingegaard de le Tour de France. Este  es un hombre,  seguro  que le  conoceréis. Está por  encima. Es  mejor  que  el  segundo  mejor. Como Laura Saez, pero a ella no le gusta  que  lo  digamos  en alto.

Inge es tan grande que  te  da  hasta  envidia por no poder  ser como ella. Inge se toma el Maloka  como el  reto  deportivo  del año. Da  el  100%  en  cada  segundo  del partido. Su  zaguera  es la mejor,  sí, pero Inge  compite  como  nadie. Eso  es un  don adquirido, no  es innato.  Tiene un mérito  enorme. Lo  entrena  varias  veces por  semana, dentro y  fuera  de la kantxa. Como  sus  días  tienen más de  24 h puede hacerlo.

Pon una INGE  en  tu  vida.
Si  yo  enfermo,  ella  se ofrece  a hacer las  crónicas.
Si  me  ve  decaído  me  trae jalea  real. 
Si  hay  que poner las  pancartas, las coge en  silencio y las  coloca.
Si  hay  que  estar  en el marcador,  está.
Inge es de 10. Nunca  piensa  en Neuros.
Cuando  muchos miran,  ella ve. Mirar lo hace  cualquiera,  ver sólo está  al alcance  de los  elegidos. Inge  siempre  está.
En  el Maloka hay muchas  estrellas.
Inge tiene  la luz  de la humildad y brilla más que las estrellas.
Inge  es importante.
Las  estrellas  son  sustituibles.
Si existieran  10 Inges  tendríamos un Maloka femenino espectacular. Pero  sólo hay una.  Solamente se  clonan a  los imperfectos. Por  eso hay  demasiados.

Inge puede jugar  cualquier  día. Su  vida  es muy  aburrida. No  tiene  nada  que  hacer nunca, por  eso  viene  cada tarde  al Maloka. Los  lunes no se va de compras al Ballonti, ni de  tiendas al Max Center; los martes no tiene  cumpleaños; los  miércoles no sale  de  fiesta; por lo tanto, los jueves  no  tiene  resaca; los  viernes  no  se va  de  fin de  semana; los  sábados ni  siquiera  tiene despedida y  los  domingos vive  según  el  Nuevo  Testamento.
Hay tantas  cosas que no  puedo  entender.
Me  esmero. Hago  todo lo  que  puedo,  pero no puedo  entender.
Inge, de Güeñes,  siempre  está  dispuesta  para  jugar  en el Maloka.
Laura Saez, también. Total,  la gasteiztarra vive  ahí al  lado,  en  Eskoriaza.
No  son solamente las txapeldunak del Maloka
Su mérito es ganar. Su  virtud  es la clase de personas que  son.
No hay  como ellas. Ya lo  siento, pero a ellas no les  tengo que mendigar para  que  jueguen una tarde en el Maloka.
Eso  solamente lo puedo  decir  de  ellas.
Me preguntó  que  clase  de tonto  soy.
Debo  ser de los  más  grandes.

El tren  se  va.
El tren no va a  volver.
Es  decir,  volverá, pero  no habrá  billetes para  muchos.
Para Inge,  sí.
INGE--LAURI   25
ZUGAZA--SILVIA  20
Fue   muy  atractivo  el partido  de  chicas. El mejor  de los mejores en ambiente. Hay un ojo en  el  frontón, es el ojo  que  todo lo  ve,  desde otra  perspectiva,  diferente  al  resto...
Zugaza--Silvia   comenzaron pensando  que  podían  ganar, pero no  plantearon  el partido  correcto. Pronto vieron  que no podían  ganar, Inge  compite y  Laura   es un rebote móvil.  Entonces,  se  rindieron,  tiraron   las  pelotas por  todos los  sitios posibles,  ni  se  entendían  en  kantxa,  hasta  se  estorbaban,  sus palas  se tornaron escopetas. No  sé  si intervino el botillero, pero  paró la  hemorragia.
Lo  que  estaba penalizando  a Zugaza--Silvia no  era   su manejo  de la pala,  ni  su  físico,  era  su inteligencia en  cortocircuito. Cuando  Román ajustó los  cables, y  con  el partido  sentenciado, y  sin que  Inge--Lauri  bajaran los brazos,  Zugaza--Silvia dieron lo  mejor  de  sí, alentadas  por la grada, y  vimos  unos  tantos   que  hicieron soñar  en un milagro. Momento para  el  recuerdo. Al  final,  lo lógico,  el tren ya  se  había  ido... corrieron para  alcanzarle, pero   era  imposible ya.
El tren no  espera. Es  una máquina. No  tiene  sentimientos.
Zugaza--Silvia sonrieron en su derrota más dulce. Se  fuero pensando  que  sus  rivales no pierden nunca, pero  que  ellas  les pueden ganar,  con  el planteamiento correcto,  con el  juego perfecto... porque  Inge--Lauri no   saben perder,  no han  aprendido  todavía.
Naia, zuri  esker aurten Maloka Neskak Txapelketa aurrera  atera  da. Eskerrik asko jokatzearren!


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