Yo soy un hombre de pueblo y eso se me nota no pocas veces.
Lo sé. Y, lejos de avergonzarme, me
reconforta. Un ejemplo es que no me gusta viajar, me asusta, me da
miedo, aunque, luego, adonde vaya, siempre
estoy muy a gusto conociendo lugares, personas y costumbres diferentes a
los de mi día a día. Si pudiera suprimir el viaje, me gustaría conocer el mundo entero.
La gente dice que
necesitaba desconectar. Puede. Pero con la resaca de recuerdos del Torneo
MALOKA 2017, la previsión-organización
del club GALIPA para la temporada
que pronto comenzará y también con el nuevo
curso escolar llamando a la puerta de mi
cabeza, ¿cómo se desconecta? Eso
no lo he aprendido, quizás, por eso, por ser un hombre de pueblo.
Amaia escogió, esta vez, Menorca. Yo voy donde ella me
quiera llevar. Nunca me defrauda su organización de las vacaciones fuera de
Zierbena y alrededores, que para mí es el mundo conocido. Ella bromea diciéndome que también existe mundo fuera de Zierbena.
Pero es que a mí los viajes me ponen muy nervioso. Cuando el
avión despega, la tensión en mi cuerpo
es máxima, aprieto la manos y me cuesta tragar saliva, mientras mis tripas
hablan un idioma desconocido. Sólo me siento algo seguro en tierra.
Siempre me sucede. La primera vez que subí en un avión fue hace casi 25 años,
para ir a Mallorca con el alumnado de 8º
EGB de mi escuela en Karrantza. La experiencia no tuvo problema alguno, pero
para mí fue de pánico interior. Al poner pie a tierra en Sondika me dije a mí
mismo que ya no quería volver a subir en avión. Después, hasta que Amaia me supo
convencer para ir a Tenerife en 2015, nunca
quise volver ni siquiera a un
aeropuerto. Soy un hombre de pueblo.
Lo mejor de Menorca, la compañía. Amaia hace que me sienta
bien en cualquier sitio. No sé cómo un
hombre de pueblo como yo ha conseguido
un ángel como ella. Yo no me preocupo de nada. Ella lo mira todo: alojamientos,
excursiones, coche de alquiler, vuelos… Nadie me lo pondría tan fácil como
ella. Llega al control de embarque,
saca su móvil, y pasa el billete por el escáner… y yo pienso que yo no sé hacer eso porque soy un hombre de pueblo.
Pero hacia ella no siento envidia, sino admiración.
En haixeder, en los últimos años, siempre publico reportajes de pala. Creo que eso ya
no me motiva como antes, creo que eso ya no me hace feliz. A menudo me pregunto
qué fotos tendrían muchos pelotaris en sus perfiles de wasap y facebook si yo
no les hubiera “regalado” tantas imágenes suyas jugando. Enseñan su preciosa fotografía
a sus amigos, pero siempre se olvidan del fotógrafo. Y… una extraña sensación se apodera
de mí.
Vengo de organizar un exitoso Torneo MALOKA, donde la mayoría de los treinta reportajes que he publicado en haixeder obtuvieron
por encima de las mil visitas, alcanzándose las 1.500 visitas con el de la final. Curiosamente, mi
felicitación del 27 de julio a Amaia, superó pronto, e inesperadamente, las
2.000 visitas. Un dato que invita a … ¿la reflexión? Y otro dato: la entrada
más visitada de largo en mi blog es una sobre refranes vascos.
Sospecho que mi futuro no
está en la pala. El de haixeder, quizás, tampoco. Y el de la pala,
quizás, tampoco en haixeder. Unos lo
entenderán; otros, quizás, no. Unos lo echarán de menos; otros, quizás, no. No
lo sé. Pero yo seguiré siendo un hombre de pueblo, aunque me encante la
fotografía, aunque tenga blog, aunque
controle wasap, aunque tenga cuenta de facebook y ahora también en twitter.
Hoy en día, hacer dieta tecnológica es más bien entrar en el absurdo. Las nuevas tecnologías me cuestan, pero me gustan, y me
asusta menos que viajar en avión,
porque soy un hombre de pueblo.
Si tenéis tiempo, os
cuento qué ha hecho en Menorca, declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera desde 1993, este humilde hombre de pueblo.
FORNELLS
Los panfletos turísticos lo definen como un pueblo de pescadores
en la costa norte de la isla, nacido al abrigo de su espectacular bahía. Los
panfletos turísticos también definen a mi Zierbena natal como un bello paisaje
costero. Quizás, por ello he aceptado
que no haya visto pescadores en Fornells, aunque estaba lleno de yates.
Antaño sí sería un poblado de pescadores, seguro.
También Zierbena era un bello paisaje costero cuando yo era
niño.
Fornells tiene su encanto, sí. Y estoy absolutamente
convencido de que tiene una larga
historia detrás. En agosto estaba
abarrotado de gente. Me confesó un
agradable autóctono que en invierno se queda vacío, con bastante menos de mil personas, y que cierran
casi todos los locales. Vacío en invierno y hasta los topes en verano, me
resumía.
Vista de Fornells y su bahía desde el Monte El Toro
Fornells se divisa
fácilmente desde el punto más alto de Menorca, el monte El Toro (350 m), en Es
Mercadal, el mismo municipio al que
pertenece Fornells.
Fornells tiene una gran bahía, de unos 2 kilómetros, con una
isla grande y otro par de menor tamaño
en medio. Este poblado creció alrededor del castillo de Sant Antoni,
construido en el siglo XVII, y ampliado posteriormente por británicos y
españoles, aunque hoy en día se
encuentra en ruinas. Los ingleses levantaron la torre de defensa de Sa Punta,
una de las más grandes de la isla. Allí hubo una basílica paleocristiana, cerca
de Ses Salines, antiguas explotaciones de sal que aprovechaban las aguas poco profundas para obtener el
producto por evaporación.
Ruinas de las murallas y baluartes del Castillo de Sant Antoni
Torre de Fornells
En Fornells hay dos hoteles-hostales en el puerto, S´Algaret y La Palma, adonde
confluyen las calles o carrer de más encanto del pueblo, con tiendas y repletas de terrazas para comer y
cenar. Ves gente que habla lenguas
diferentes, me gustaba observar, pero no me daba tiempo de mirar a todos
y a todas desde mi humilde ventanal...
Desde Fornells también se divisa uno de los más famosos faros de Menorca, el Far de Cavalleria, lugar al que los turistas van a ver las puestas de sol (yo no fui, me he llenado viendo las puestas de sol del MALOKA en La Arena).
Cerca de la torre estaba el faro y también algunas ruinas de fortificaciones antiguas, frente a La Mola, monte al que quise llegar y no me dejaron. A pesar de ser el Mediterráneo, el oleaje pegaba fuerte.
Mi paladar disfrutó con los txipirones fritos, los mejillones al vapor, los taquitos de queso menorquino frito con mermelada de frambuesa, y el coulant de chocolate blanco.
Puesta de sol desde el Monte El Toro
En Fornells, donde dormimos cuatro noches, nos dio para hacer un par
de rutas a pie, una de 18 km, por el Camí de Cavalls, desde Ses Salines hasta
el Arenal de Son Saura y por el monte de La Mola de Fornells; y otra de 12 km,
siguiendo la costa hasta la Cala Tirant y
volviendo por el interior a Fornells.
CAMÍ DE CAVALLS
Es un camino de 185 km que rodea la isla y permite captar la esencia de Menorca. Se puede hacer andando, en bicicleta, o a caballo y consta de seis etapas.
Partiendo de Ses Salines, descubrimos las ruinas de la basílica paleocristiana des Cap des Port.
Tropezando con alguna antigua edificación, y siempre con buen camino entre pinos, lentiscos, acebuches y madroños, disfrutando de sus peculiares olores, frecuentemente bordeado el camino por los muros de las fincas menorquinas y encontrando, de vez en cuando, una barrera típica menorquina (¡me han llamado la atención!), parábamos para comer algún higo negro y moras silvestres.
Típica barrera o portillera menorquina (están por todas partes)
Y llegamos hasta el Arenal Son Saura...
...donde pensé que la Ley de Costas que derrumbó el Itxas-Gane no tiene vigencia en Menorca.
Bajo el implacable sol mediterráneo seguimos por la costa...
...hasta Cala Pudent, donde ya llegaba poca gente, y más allá, donde ya no llegaba nadie más que nosotros dos.
Allí encontré una gran bandada de pinzones reales y una lechuza que, acostumbrada, quizás, a sólo ver turistas extranjeros, se asustó al ver un hombre de pueblo...
En medio de una cañada con el arroyo polvoriento, tropecé con lo que podía haber sido un horno de cal (como los que he visto por Karrantza) y decidimos comer al lado de un tronco que le habría servido al añorado muskiztarra Rodolfo Mardones para su colección de Harrizurismo.
Tronco que simula un animal tumbado
Otro horno de cal en medio del bosque
Vista de Fornells desde una calita a la que, salvo intrépidos paseantes como nosotros, solamente se llegaba a través del mar. Estando allí se acercó una lancha motora con cuatro jóvenes adolescentes. Traían unas bolsas con botellas de kas limón y una mochila con, probablemente, licores. Arribaron con discreción, escondieron sus bebidas entre unos matorrales y volvieron a irse con la misma discreción con la que llegaron, mientras nos miraban como preguntándose cómo habíamos llegado nosotros hasta allí si no había ningún bote en la cala. Viéndome en Menorca, ni se imaginarían que soy un hombre de pueblo.
Nos encontramos con una cabra que nos seguía y seguía... tratándonos de decir algo que no conseguíamos entender, a pesar de su insistencia.
Lo más incomprensible que he encontrado en Menorca. Quise subir a La Mola de Fornells y sacar desde allí una fotografía del pueblo. Por el Camí de Cavalls encontramos estos carteles, que siempre respetamos, pese a tener una base de sombrilla de coca-cola y no tener ningún sello o firma oficial. Pese a todo, atravesando barrancos con arroyos secos, y salir de un aromático pinar, encontramos un sendero que subía al monte. Y, entonces, apareció un jeep que se detuvo ante nosotros, con un señor sin camiseta pero con teléfono móvil, que paró su vehículo, y disimulaba observándonos. Me acerqué y le pregunté lo que ya sabía, si aquel sendero me llevaría hasta o más alto de La Mola. Me dijo que era terreno privado y que no podíamos pasar. Le enseñé el mapa que llevaba, donde estaba marcado el camino, el monte y sus cuevas. Alguien, desde alguna parte del monte, al ver que nuestra conversación se alargaba, le llamó por teléfono. Lo sé porque le oímos decir "es que me han enseñado un mapa donde marca el camino". Pero insistió en que era privado y no se podía pasar. No me gustaba la situación y nos dimos la vuelta, pensando que algo se escondía detrás de esa prohibición.
Los bellos y laboriosos muros de piedra de las fincas menorquinas
Sabrosos higos negros de Menorca
Cuando sopla la tramontana...
Carteles informativos del Camí de Cavalls.
FORNELLS--CALA TIRANT--FORNELLS
Las playas mejor valoradas de Fornells están alejadas del núcleo de población y los turistas van en coche o en yate, pero un hombre de pueblo como yo se empeñó en que había que ir a pie y bordeando la costa. La caminata mereció la pena porque disfrutamos de un paisaje peculiar.
...con calitas vírgenes e imágenes curiosas...
...que hicieron volver a recordar a mi querido muskiztarra Rodolfo Mardones.
Y llegamos a lujosos chalets a pie de playa, con su piscinita, su jardín, sus hamacas, sus enormes cristaleras...
... donde tampoco se tuvo en cuenta la Ley de Costas.
¡Estaba tan cansado de andar que me senté en lo primero que encontré y resultó ser un cactus!
...pero luego me repuse con un sabroso y gigantesco helado...
Las playas de Fornells
Flora menorquina
La zona de la excursión
CIUTADELLA
Estando en Fornells decidimos ir a conocer Ciutadella, después de Mahón el núcleo más importante de Menorca, con 27.000 habitantes. Ciutadella tiene un aire señorial. Recorrer las calles estrechas de su casco histórico evoca pasión y sensualidad, pero había muchísima gente.
La catedral de Menorca era visita cultural obligada. Está construida sobre una mezquita entre los siglos XIII y XIV, siendo el edificio gótico más importante de la isla.
Las guías turísticas dicen que hay que comer en el puerto y así lo hicimos.
Desde el Castillo de Sant Nicolau hay unas preciosas vistas del puerto.
Como suelo hacer, fui almacenando imágenes en mi cámara de fotos...
Antes de abandonar Ciutadella quise leer algo de su historia y situación geográfica: la más occidental de las poblaciones menorquinas fue hasta la dominación británica centro administrativo, aunque hoy en día sigue siendo capital eclesiástica y sede del Obispado. Ha tenido diferentes nombres (Jamma, Nura, Minerva, Medina Minurka...) a lo largo de los siglos, imponiéndose el actual a finales del siglo XIII, al incorporarse a la cultura cristiana y europea con el reinado de Alfonso III.
Su punto neurálgico es la Plaza del Born, donde está el ayuntamiento y el obelisco de una imagen inferior, que simboliza el saqueo turco de 1558. En los alrededores de la plaza también se encuentran los principales palacios señoriales (Torre Saura, Salort, Vivó, Olives...), porque la nobleza aún tiene importancia en Menorca.
A pocos metros se sitúa la Catedral, un bello templo de arte ojival, con nave muy ancha y seis capillas a cada lado. La catedral marca el punto desde donde se ramifican calles y callejuelas que invitan al paseo.
Tras visitar la Catedral de Menorca y el Convento y Claustro de San Agustín, me senté porque se me agolparon ideas y recuerdos de niñez en mi cabeza.
Al ver estas antiguas vestimentas de curas recordé que cuando se reformó la ermita de la Playa La Arena, la que tiene adosado el frontis donde se juega el Torneo MALOKA, el entonces cura Don Aurelio me regaló algunas de ellas junto a unos misales, porque por aquellos años yo era monaguillo y solía barrer y limpiar la iglesia. Los guardé con ilusión porque siempre me sedujeron las cosas de antaño, pero mi padre se deshizo de ellos y de otros muchos tesoros que guardaba como cromos, fósiles, minerales, etc. Pero un misal escondido aún conservo como si de un tesoro se tratase.
RUTA TALAYÓTICA
Yo desconocía la prehistoria de Menorca y me ha dejado fascinado. Hace miles de años las civilizaciones prehistóricas construyeron los llamados talayotes, una especie de torres de piedra utilizadas probablemente como vivienda, puntos de vigilancia y torres de defensa. Navetas, taulas, cuevas de enterramiento y talayots configuran hoy una impresionante red de yacimientos bastante bien conservados que opta a la candidatura de Patrimonio Mundial de la Unesco. Hay más de 1.500 repartidos por los los apenas 700 km2 que tiene la isla de Menorca.
Éste de Torretrencada es el primero que visitamos y me fui de allí preguntándome muchas cosas y con ganas de visitar otros. Además, encontré un catalán admirador de los vascos.
El talayot de Torretrencada estaba alterado por los árboles que han crecido entre sus milenarias piedras, pero la taula era espectacular, las tumbas excavadas en las rocas me recordaron a las ruinas del asentamiento medieval de Ranes (Zierbena) que tuve ocasión de observar en mi niñez, el pozo, las cuevas de enterramiento... me pareció todo muy enigmático y emblemático, a la vez.
Días más tarde me quedé aún más impresionado al visitar el Poblado Talayótico de Trebucó, uno de los más grandes de la isla y que llegó a albergar como mínimo cuatro talayots. En él se han encontrado restos arqueológicos que van desde el segundo milenio antes de Cristo hasta la época islámica (903-1287). En la década de 1930 fue excavado por la reconocida egiptóloga Margaret A. Murray.
Me impresionaron el talayot principal y sus murallas; la taula, que es la más grande de Menorca; y las ruinas de las casas post-talayóticas (650-123 a. de C.) con sus piedras labradas. Impresionante. Pude leer en sus carteles que fue parcialmente destruido durante la II Guerra Púnica (218 a. de C.) y abandonado en la época romana (123 a. de C.). Sin embargo en el siglo XVIII se construyó su muralla en forma de estrella. ¡De cuánto dolor y sacrificio habrá sido testigo!
Dentro del recinto hay una zona comunitaria y otra de espacios domésticos en los que se encontró utillaje conservado en el Museo de Menorca en Mahón, a poco más de 1 km de Trebucó.
Se estima que el poblado podría tener 3.000 años, ya que sus edificaciones más antiguas se datan en un milenio antes de Cristo.
Los recintos de taula son construcciones megalíticas formadas por dos enormes bloques de piedra que recuerdan una mesa (taula en catalán) y que solamente se encuentran en Menorca. Eran santuarios religiosos y funerarios. Al ver la majestuosa taula de Trebucó estuve horas preguntándome cómo la construyeron.
Verdaderamente, la cultura milenaria de Menorca me ha fascinado.
Y de la estancia de unos días en Fornells, al norte de la isla, teníamos alojamiento otras poquitas noches en Maó (Mahón), para conocer también un poco el sur, más turístico, al abrigo de la tramuntana.
Y en el viaje (en Menorca todos los traslados son bastante cortos porque la isla tiene, según me contaron, aproximadamente, 50 km de longitud y entre 10 y 15 km de anchura) me moría de ganas por visitar uno de los lugares más simbólicos de Menorca, el Cap de Favaritx.
Pero ... eso y lo demás os lo contaré en mi siguiente reportaje.
Quedan... Favaritx, Hotel El Almirante, La Fortalesa La Mola, Maó (Mahón), Es Castells, Ruta costera de Es Grau a Favaritx, Cova d´en Soroi...
Desde luego, te dará miedo viajar, pero estrujas el viaje de tal manera que ahora mismo podrías pasar por un hombre de pueblo "menorquin". Es realmente increíble el aprovechamiento que habéis hecho del viaje, lo que habéis aprendido y lo que habéis enseñado sobre esa isla. Dudo mucho que haya muchas personas capaces de hacer un viaje así y empaparse del lugar al que van. Tal vez esa sea la diferencia entre viajar y "moverse", que no se parecen en nada. Acerca de tu compañía, poco puedo opinar, pero estar bien acompañado es una de las grandes suertes de la vida. Pero también se consigue con la actitud de cada cual.
ResponderEliminarY por último, darte mi opinión sobre lo de ser "hombre de pueblo". Uno de los hombres más agradables y sabios que he conocido era un aldeano asturiano. Apenas salió de su aldea y desgraciadamente lo poco que lo hizo fue para luchar en la guerra e intentar que su zona no cayera en sucias manos sublevadas.
Estaba casi ciego los últimos años...de tanto leer.
Leia tanto que a pesar de no haber salido de su Aldea (con mayúsculas), viajó por todo el mundo;y a pesar de no haber viajado, leyó tanto que conocía a la perfección el comportamiento humano e incluso - aunque nunca llegó a comprenderlo por mezquino - aprendió a convivir con él. Siempre sonreía, con cuidado de que no se le cayera el pitillo liado hace horas y siempre apagado en sus labios.
Por eso no estoy de acuerdo contigo sobre lo de ser de pueblo. La cuestión - a mi entender- es tener inquietudes o no tenerlas, abrir la mente o cerrarla a nuestra zona de confort. Por eso también eres afortunado, por tener a tu lado a alguien que sabe que el mundo es enorme y variado. Y aunque tú también lo sepas, ella te mete caña para que vayas a comprobarlo.
Hala, vete escribiendo la segunda parte
Sorpresa muy agradable me ha resultado tu comentario, amigo desconocido. Tus palabras son emotivas para mí y te las agradezco, sobre todo, porque mis reportajes en haixeder reciben muchas visitas pero casi ningún comentario. ¿Sabes? Me habría gustado conocer a ese aldeano asturiano y escucharle. Pocas vivencias hay tan gratificantes como escuchar a una persona mayor. Mi tio-abuelo también estuvo ciego en sus últimos años, él no leía, pero de niño me enseñó muchas cosas que no me enseñaron en la escuela. Eskerrik asko! ¡Muchas gracias!
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