sábado, 6 de octubre de 2018

Palacio da Pena - Sintra (Portugal)

Así me sentía yo, como un gatito acurrucado, pensando que este verano tenía que viajar al extranjero. De niño nunca supe que la tierra era redonda, porque todo lo que veía era lo que me rodeaba en la Playa La Arena, era mi mundo conocido, todo mi universo. Ya de mayor estudié que la tierra era redonda y que giraba sobre sí misma y en torno al sol, y me lo creí, pero nunca llegué  a entenderlo del todo. Mi universo se amplió y llegaba desde Bilbao  hasta Sopuerta. Después llegó "la puta mili" y  conocí algunos lugares que no me  convencieron. Mi paraíso seguía siendo Zierbena.
Cuando pasé de los 30 años me destinaron a Karrantza y el primer día... me perdí. Entonces, empecé a subir a los más alto de sus muchos montes y comprendí que al mundo hay que mirarlo desde arriba.
¡A Portugal! Amaia me llevaba a Portugal este verano. Eso es ir al extranjero para mí, que soy un hombre de pueblo. Pero... yo he leído un montón de veces "El Principito" y eso me ha ayudado mucho. 
Cuando miro el mapa de Europa y me centro en la península ibérica me cuesta creer que Portugal no sea España. En una tierra de conquistadores no sé cómo los reyes esos de dejaron arrebatar un trocito de tierra tan bello. Allí no beben zumo de bellota, ¡cómo me he puesto a zumo de naranja!
 Resultado de imagen de Palacio da pena
Sintra es una ciudad portuguesa rica en monumentos y, entre todos ellos, sobresale el Palacio Da Pena por sus belleza arquitectónica, sus impresionantes vistas, su entorno natural y los jardines y otros edificios de la finca señorial donde se encuentra, en lo alto de una colina.
Representa el máximo exponente del Romanticismo portugués, fruto del genio creativo de Fernando II. Parte de él fue construido en el siglo XIX con los restos de un antiguo monasterio sobre el que se edificó el edificio más moderno, que sirvió de residencia de verano de la familia real de Portugal  hasta la proclamación de la República en 1910.
Llaman la atención sus cúpulas acebolladas, sus arcos de herradura y sus torres con almenas de colores rosa y amarillo. Tiene elementos inspirados en los estilos gótico, manuelino, islámico y renacentista.

La verdad es que  el Palacio da Pena es  extraordinariamente majestuoso y bello, pero para la hora que me tocó entrar yo ya estaba  agotado de tantas colas (para sacar la entrada, para   entrar a la finca, para   pedir un bocata y un zumo, para entrar  al palacio...).
Una vez dentro, disfruté la visita. Todo es opulencia de reyes, ya sabemos que a esos nadie les ha enseñado a compartir, les educan en conocimientos más pragmáticos. Los ricos no necesitan compartir, ya lo tienen todo. A compartir nos enseñan a los  pobres, que  no tenemos casi nada, salvo la dignidad que les falta a ellos.
A mí, ver el palacio me atraía, cierto, pero  no me podía ir de allí sin recorrer todo el impresionante parque de 85 hectáreas que rodea al palacio y que forma parte de la finca donde se ubica, así que nos pusimos a ello. 
El Valle de los Lagos, donde confluyen todos los caminos del parque, es un conjunto de cinco estanques donde se pueden ver varias especies de aves acuáticas, pequeñas edificaciones interiores para que estas se resguarden, y todo ello bajo enormes arboles que  adornan los caminos con sus hojas.


La casa de la condesa es  espectacular, parece de dibujos animados, pero es real. Fernando II  mandó construir este chalet de estilo alpino para su 2ª esposa, Elise Hensler, condesa de Edla. El uso de corcho para la ornamentación exterior es tremendamente curioso y está rodeado de un  exótico jardín con especies oriundas de todo el mundo.
 Me recordó a los jeeps del ejército español y no quise  subir, pese a la invitación. Preferí dar una vuelta a pie por las caballerizas y   mirar a los caballos.

Había una zona que llamaban estufas y yo me preguntaba qué sería. En realidad eran invernaderos para plantas, con una chimeneas que les daban la temperatura adecuada. Cerquita, nenúfares.
 Las casita del jardinero, muy coqueta y diminuta.


 Un momento de relax que hay que subir hasta lo más alto de la colina, la Cruz Alta.
 Elegí el camino más corto, pero el más inclinado, estrecho y serpenteante, pero lo logramos antes de que llegara la noche, con la camiseta del club Galipa de Zierbena, por supuesto.

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