Cuando yo era un niño y mi pueblo estaba todavía aislado del mundo cercano
solía escribir postales de Navidad a mis amig@s.
Me hacía ilusión, rompía la monotonía del invierno recién llegado...
... y pasaban las horas.
Cuando eres niño sueles desear que el tiempo pase rápido.
Cuando dejas de ser niño y tu vida no se compone de sueños sino de recuerdos,
sueles desear que el tiempo pase despacio.
¡Paradojas y contradicciones de la vida!
Después llegó el teléfono, pero yo quería seguir felicitando por carta;
siempre me pareció un acierto pensar antes de hablar
y, además, escribir me permitía decir exactamente lo que quería decir.
Más tarde nos inundó Internet:
correos electrónicos, blogs, WhatsApp, facebook...
estás en muchos sitios a la vez, sin estar en ninguno,
y, sin hablar, hablas con mucha gente.
Me he hecho mayor, pero sigo siendo de pueblo,
y mi pueblo ya está conectado al mundo cercano y también al lejano,
y, aunque he cometido errores en la vida,
ahora ya tengo un sinfín de amigos y amigas a quienes quiero felicitar,
muchos, muchas... ¡y es bonito sentir eso!
Algun@s son del mundo pelotazale (buena gente, sí),
navarros, gipuzkoanos, alaveses, bizkainos, riojanos, cántabros... franceses, argentinos...;
otr@s son del ámbito escolar: madres, padres, alumn@s y maisus y andereños;
gente de Zierbena, gente de Karrantza, gente de Muskiz y otros lugares;
familiares de toda o de parte de mi vida,
que ahora las familias ya no son como eran antes;
y personas que aprecio mucho sin estar incluidas en ninguno de los grupos anteriores.
A tod@s, de corazón, ¡FELICES FIESTAS!
Guztiontzat, bihotz-bihotzez, ZORIONAK ETA URTE BERRI ON!
y... mi recuerdo para todas esas personas importantes,
que estuvieron aquí, pero que ya no están.
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