Leí que había un lugar en Galicia, donde se juntaban la descomunal fuerza del mar y la paciencia del tiempo y que el resultado era una obra de arte... la playa de As Catedrais, un monumento natural con dimensión sobrenatural.
Yo ya tuve el privilegio de estar allí, hace unas dos décadas, con 15 alumnos y alumnas de Karrantza; pero Amaia llevaba tiempo queriéndola conocer. La promesa de que algún día caminaríamos descalzos sobre la arena de esta playa la he cumplido este verano.
Amaia había visto las fotografías típicas de As Catedrais, pero le sorprendió la cantidad y variedad de arbotantes, perspectivas, cuevas ("ollos"), columnas, bóvedas, arcos, pasillos de arena entre enormes muros de pizarra.
Con los pies en la arena y la cabeza en el cielo.
Estábamos en la catedral del mar.
En As Catedrais cada fotografía es irrepetible.
Habíamos reservado las entradas por Internet y habíamos mirado las mareas para ir a la hora adecuada, así que pudimos recorrerla entera y entrar por todos sus recovecos.
La erosión ha esculpido formas caprichosas.
La temperatura era agradable, el mar estaba movido, con las olas que se alejaban y volvían para acariciarte los pies, corría algo de brisa y había muchísima gente.
Con marea baja tiene una longitud máxima de 1.328 m.
En la Semana Santa de 2019 una turista vallisoletana de 24 años, que visitaba el arenal junto a su novio, falleció en esta playa al caerle en la cabeza una piedra desprendida. Ahora, por seguridad, la entrada está regulada y sólo se permite el acceso a 4.812 personas diarias en verano.
Casi al inicio nos quitamos los zapatos y los dejamos en una roca, recogiéndolos casi al salir.
En 2014 fue reconocida como la 4ª mejor playa de Europa por los usuarios de "TripAdvisor". Tiene bandera azul desde 1977 y también la Q de calidad.
¡Me encanta Galicia!
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