Lo estuve siguiendo por el chat de wasap del grupo de Loiola, donde informaba el gran Abel Paris. A distancia fue muy emocionante, más según se acercaba el final de la final, vivirlo en el frontón del complejo de Mendizorroza tuvo que ser de infarto.
Una pareja prácticamente invencible en esta modalidad, la formada por Mikel Antordoki--Xavi Huegun se enfrentaba ala navarra defendida por los hermanos Erburu.
En ese mismo frontón, once años atrás, presencié otra final del GRAVN entre Gipuzkoa y Navarra. Mítica para mí. Era la primera vez que veía jugar a Monreal--Jorge Paris. Nunca lo he podido olvidar. Olvidarlo sería pecado.
Cuando te ganan Mikel Antxordoki y Xabi Huegun no te debes sentir derrotado. Solamente puedes sentirte feliz de haber jugado contra ellos. No sé qué sentirían los hermanos Erburu. Con su temperamento de competición y su ardor de la edad pudieron hasta cabrearse y entristecerse, pero Mikel Antxordoki y Huegun te ganan, después de demuestran que son tan grandes fuera de la kantxa como dentro, te animan, te valoran y te levantan esa tristeza con su sencillez y su sonrisa sincera. Ellos te ganan como pelotaris y te ganan como personas. Solamente los más grandes pueden conseguir doble victoria en una final, la deportiva y la humana. Hoy, los Erburu, quizás puedan pensar que Antxordoki--Huegun les ganaron ayer. Dentro de un tiempo podrán recordar que ellos jugaron contra Antxordoki--Huegun y sentirse orgullosos de ello.
Los Erburu empezaron ganando 7 a 1, gracias a los remates del delantero navarro, Josémari Erburu, que dicen que jugó un partido espectacular.
Después la máquina gipuzkoana empezó a carburar y se colocaron a 4 tantos en un tramo de partido (9 a 5, 12 a 8 y 15 a 11), para rebajar después esa distancia a tres tantos (17 a 14) y empatar el partido a 18 tantos. Para entonces, Antxordoki ya era Antxordoki, el Iniesta de los frontones, ese delantero que te hace estragos sin ningún alarde, tan sólo convirtiendo en fácil lo difícil.
Los Erburu se hundieron en el marcador y Gipuzkoa puso diferencia de 21 a 19 tantos. En ese momento, en un tiempo de 35 minutos, aproximadamente la mitad de lo que duro la final entera, Gipuzkoa, reponiéndose del 1 a 7 inicial en contra, había endosado un parcial de 20 a 11 a Navarra, pero la txapela estaba en el aire todavía y más en el aire se puso cuando los Erburu empataron a 22 tantos. Gasteiz estaba más cerca de Donostia.
Ningún campeón se rinde hasta el final. Y en esta final jugaban cuatro campeones.
De repente, Gasteiz estaba más cerca de Pamplona cuando los Erburu se pusieron con 24 a 22 a favor.
Pero los campeones no se rinden, ya lo he dicho. Y Antxordoki--Huegun empataron a 24 tantos.
Silencio en el chat de Loiola. Todos con el teléfono en la mano. Se cortaba el aire. Latidos de infarto.
Y ... 25 a 24 para Gipuzkoa.
Luego, lo que ya he visto más veces cuando han jugado estos. Felicitaciones sinceras y reconocimiento a los rivales. Huegun diciendo que la txapela la había ganado porque jugaba de pareja con Mikel Antxordoki. Mikel, que habla poco fuera de la kantxa, igual que Iniesta, dirá que no, que él ha ganado gracias a que tenía a Huegun cubriéndole la espalda y que los Erburu también merecían haber ganado.
¿Sabéis una cosa? Esto no debería ser así. En estas finales deberían estar preparadas 4 txapelas y cuando juegan así, había que ponerle la txapela a los cuatro pelotaris. Yo estoy seguro que nada les haría más felices a estos cuatro.
En juveniles y cadetes, victoria de BIZKAIA frente a NAVARRA en ambas categorías, como reza en el acta...lo que demuestra que en AMOROTO hay cantera.
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