viernes, 2 de agosto de 2024

Ormaetxe anaiak, una pared


Los hermanos Ormaetxe son un muro que termina por ser infranqueable para   rodo  aquel  que  pretenda derribarlo. Este partido  era la última eliminatoria de 1/16 de final, que se suspendió  el lunes, por la lluvia,  ya  entrada la noche en La Arena, y tras  la  final del I Memorial Jon Ander Soto de  Eskupilota.

Era preciso y urgente  jugarlo  cuanto antes, para  poder  avanzar  en 1/8  de  final y los  cuatro    pusieron todo de su parte para  disputarlo el miércoles, 31 de julio, al mediodía.

Partido nº 208 del  torneo y nº  49 en esta categoría SPRINT

ORMAETXE ANAIAK  25   DEL RIO--ENEKO   16

Vista la primera  mitad del partido, con los azules ganando 12--07, y jugando mejor, nos empezamos  a preguntar  si ese acierto  de los  azules se podría mantener    en el  tiempo y  si los  hermanos Ormaetxe no iban a   dar la  voltereta  al  final.

Con ese 12 a 07, Del Río  se jugó  dos pelotas, que  fueron a txapa las dos. Ahí pudo  estar una de las  claves.

Se vieron  dos partidos. Uno   hasta  ese mencionado  12--07  a  favor de  azules, y otro, completamente  distinto, después, ya que los Ormaetxe endosaron un parcial de 18--04 a sus rivales,  que   no  se lo podían creer al  final.

¿Cómo puede haber tanta  diferencia, a favor de unos primero, y a  favor  de los otros, después,  dentro de un partido? No es fácil de  explicar ni habiéndolo visto.

Aita Ormaetxe  fue al banquillo,  cuando perdían sus hijos, y pidieron tiempo de descanso. No sé qué hablaron y  si  eso  fue  determinante o tan sólo una  coincidencia.
Buena dupla  hicieron Del Rio y Eneko, que  sustituía a Lopetegi, pero desaparecieron del juego  cuando mejor  estaban jugando. ¿Qué paso? No se sabe. Se fueron del partido  cuando habían  conseguido sacar a los Ormaetxe de él.

En los primeros 19 tantos del partido los azules  fueron  mejores, superiores, estuvieron muy bien defendiendo y muy bien atacando.

En los  siguientes 22 tantos del partido, voltereta,  18 de esos 22 tantos subieron al casillero  de los  Ormaetxe anaiak.

Cuando  acabó,   enfado de los  azules  consigo mismos, tristeza, incredulidad... y, en cambio,  los Ormaetxe, eufóricos.

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