miércoles, 12 de abril de 2023

Playa La Arena, 1968 (capítulo I)

     Playa La Arena ZIERBENA (1968)     
Hace unos  días, por  gentileza  de Iñaki Citores  Anton, en  el  facebook de Orgullo Galipo, apareció  esta  foto-postal de mi pueblo (en realidad es barrio, pero decimos "pueblo"), la Playa La  Arena (Zierbena).

Me  encantó. Fue  un  regalo  sin precio, pero  con muchísimo  valor para  mí, porque  yo  vi  así  mi pueblo  cuando  era  niño, y lo recuerdo, pero se ha transformado tanto...que  es imposible no emocionarse.

Voy  a  contaros  lo  que sale  en la  foto con detalles...

A la derecha, se ve la  casa de la  familia del doctor Carlos Ladrón de  Guevara,  adosada al Bar Labanda (nosotros le decíamos La Fonda), regentada  por  Felipe Labanda  y  su  esposa Irene. Ese era uno de los tres  bares  de  La Arena  cuando  yo  era  niño, junto al Bar  Juanín (en la zona del Bentorro) y  al Bar  Garmendia (éste ya  en la  zona  de  Muskiz). El Bar  Labanda fue después Mesón Aitona y ahora  es  Maloka.

La  casa de los Ladrón de  Guevara tenía una  altura  menos  que la  de ahora,  sobre las  duchas y  WC de la playa, porque  ahí se levantó una planta más en los  primeros  años  de  la década  de los  años 90,  cuando había un  vacío legal por la  paralización  judicial  de  la  desanexión  de  Zierbena.

Carlos Ladrón de  Guevara me salvó  de morir a los  10 años, por una  salvaje pulmonía. Su  atención urgente cuando mi ama llamó  a su  puerta y  las inyecciones de penicilina me tuvieron una  noche entre este mundo y  el otro, pero  superé la noche  crítica  y  aquí  estoy, contando  esto  que   nunca  había  contado. Mi  madre siempre me lo  contaba y  le tenía  un  aprecio enorme  a  ese  doctor que  no  vivía  aquí, pero  que  veraneaban. Y... yo que  nunca  hablo  bien  de mi padre, he  de  decir  que fue  en  bicicleta  a buscar las  inyecciones y  volvió  con  ellas pronto, mientras mi  tío Ipe  rezaba el rosario para  que mi padre no se  quedara por los bares, perdiera las  inyecciones y se olvidara de que  su hijo  estaba muy mal.
La finca  de los Ladrón de  Guevara rodeada  de  amarillo 
y  señalada por una flecha del mismo  color

Su  finca  estaba  rodeada  de un muro  de piedra y tenía tamarizes (tamarix,  el  árbol del Paseo  de La  Concha,  en  Donostia) con  buenos  troncos por  todo  su perímetro. Los Ladrón de  Guevara tenían tres  hijos de mi  edad, Michel, Covadonga y Carlos. Yo  jugaba  con  ellos a ir  de  tamariz  en tamariz  alrededor  de  su  finca sin  tocar  el  suelo.  No  sé  si  quedará  alguien  de  mi generación  en La  Arena  que  fuera  capaz  de  recordarles  y   recordar  sus nombres, pero yo sí, porque  viví  gracias  a  su  aita. Por  cierto, y lamentablemente,  éramos unos  14  niños en mi generación y  ya  han  fallecido  la  mitad). Siguen vivos  en mi memoria. LOS VIEJOS TENEMOS  HISTORIA Y MEMORIA.

Ya no  quedan muchos  tamarizes en La  Arena, pero   cuando yo  era niño   eran  muy  abundantes, se  aclimatan  bien  a los  suelos  arenosos y  aguantan  bien  los  azotes  de la brisa y  vientos marinos. A la izquierda  del  frontón  del  Maloka hay  dos, que  tendrán unos 20 años, aproximadamente. En la  finca  de los  Iza,  lo que  hoy  es la  Residencia,  había  decenas  de  ellos y  en  mi  casa (donde  en breve  se  abrirá  el  local  de  hostelería  de los  Zabala de  El Puerto,  en  el  centro  del barrio,  también). Había decenas de  tamarizes  dispersos por  Moreo, algunos de los  cuales marcaban alineados  los lindes entre  terrenos;  en  casa  de  la inolvidable Guillerma;  donde  Cayetana y Nicolás Garmendia, donde vivían  Ángel Incera y  su  mujer, Rosa (junto a la puerta  de  acceso de coches, aún  está un  tamariz  de  gran  tronco); en la finca  de los  Richter; en la  que  vivían los  Elosúa... y en muchos  sitios... y  queda  uno   que  tiene una  simbología  especial para mí. Está  sobre la  carretera  que  va  al  Superpuerto, encima de Lastrón. A  esa  finca que  teníamos  en  alquiler,  y a la que  aún  se le aprecian  sus lindes si  miras  desde Itsaslur, iba  yo  de  niño  con la  carretilla a  buscar remolachas y  nabos que plantábamos para  el ganado.
La flecha  amarilla señala  la  finca arrendada a la que  me  he  referido 
y  la  flecha  naranja  marca  el  tamariz.

Para  que  os  hagáis  la idea  exacta,  la  finca  de  los  Ladrón de  Guevara  abarcaba lo  que  ocupa  ahora  el  edificio  de los portales  nº 15 y nº  16,  o sea,  el  bloque  de pisos  en  cuyos  bajos  están  situados el Hondartza, el  Waitaki  y la  recién inaugurado  La Mala  Juana (a  este  edificio le  decimos  el  Edificio Elorrieta, porque lo hizo  este  constructor). Cuando ese  edificio  se  construyó, en  sus bajos  no  había  bares,  eso  fue  años  después,  de inicio, se puso  una  Exposición de  Muebles,  que  atendía  Roberto  Yanes,  de Gallarta. Pocos lo  recuerdan. Los ventanales de  Waitaki, Hondartza y La Mala  Juana son iguales porque eran los  ventanales  originales de la  Exposición  de Muebles  La  Arena).

Para  acabar  con la  finca  de los Ladrón de  Guevara,  quiero  contar  que  tenía una puerta pequeña de madera, que  accedía  a la playa, aproximadamente,  donde  está  hoy  el  acceso a  ese  casa; tenía  otra delante  de la  carretera, frente  a mi casa,  un  doble portón  de  madera,  pintado  de  verde, delante  de  la  cual paraba  el  autobús de la línea  Somorrostro-Santurtzi,  el único  que  había  en  aquel  entonces  y  que  pasaba  por aquí  solamente cuatro o  cinco  veces  al  día. Este  portón y  las ramas  de los tamarizes te  resguardaban  del  viento  y  de la lluvia mientras  esperabas  al  autobús. Por ejemplo, para ir  a  Santurtzi tenías  a las  08:15 h  y  el  siguiente  era  a las  13:15 h; luego,  a las  15:45 h y, después, a las 19:30 h. Lo sé muy bien porque  para  poder  estudiar  fui un usuario  diario y  se me pasaba  medio día  esperando. La  tercer puerta  era muy  grande y  estaba enfrente de la entrada  del  Waitaki, que  mira  a la  ermita, y  allí  tenían un  garaje muy  amplio,  con  herramientas  y  cosas varias. Cuando los Ladrón de  Guevara  dejaron  de  venir,  al hacerse  mayores los  hijos, en  ese garaje se puso una  cervecera,  que  estuvo poco  tiempo, pero  tuvo mucho éxito en verano, porque  la  finca  para  poner mesas para  la  clientela  era  muy  grande. Esa  cervecera  fue  regentada  por un tal Agustín,  que  fue  también  quien  dirigía el  Vivero,  cuyos  restos  aún  se  aprecian bajo La  Bisera (excepcional punto  de pesca), en  el lado  derecho de los  acantilados según miramos  desde La  Arena  hacia  el mar).

Y  delante  de esta  finca,  en la  postal de 1968 se  ve una casa, (señalada  con  flecha  rosa en la imagen  inferior)  rodeada  de  árboles. Es  "mi casa",  en la  que nací el  25 noviembre de 1959,  cuando pasaba  el autobús  de las  13:15 h,  siempre  me  contaban mi  abuela  Rafaela, su hermano  Ipe y mi madre  Tere,  en  el  centro-centro  del  barrio.
     "Mi casa"  señalada por una  flecha  rosa     
Mi recuerdo más lejano  es  que  vivíamos mi bisauela, mi tío Ipe, mi abuela Rafaela, mi padre Julián, mi madre Tere, mi hermana Mari Nieves  y yo. Mi bisabuela murió siendo yo muy niño, pero guardo  su imagen. Mi  infancia la pasé  con  el  resto de mencionados. La  casa venía  de la  rama  de mi  madre,  que  era  la de  Zierbena (mi  padre  era  de  El Pobal, Muskiz), pero, al  final, fue  mi padre  quien  acabó  con  todo: con la  casa,  con la ilusión, con la felicidad  de  todos nosotros...pero bueno,  tengo  miles de  recuerdos y  como me  dijo una vez TINA"estás vivo y lo podrás  contar, que tú has  estudiado".  Eso  estoy  haciendo.

Con  detalles  de  "mi casa" y  su  finca no me  quiero  extender hoy, ya  tendré  tiempo.

     La  finca  de Felipe Labanda marcada en  rojo     
Antes  de cerrar  este  primer  capítulo, quiero  ir  a la  finca  de  Felipe  Labanda,  a  quien  he mencionado  antes. Este  era  un  hombre  emprendedor, tenía La  Fonda y tenía  propiedad  en la línea  de  autobuses,  tan  importante, IMPRESCINDIBLE,   en  aquellos  años para  la  gente  de  estos pueblos.  Su  finca  es la  marcada   con  círculo  rojo y  es  el lugar  exacto  donde  Lucio Povedano,  que  ya  había  construido  antes  los  bloques  21 y 22,  construyó el  edificio de los portales  20 (La  Fábrica de  Juan, Apart-HotelLa  JaymaSkull Bar, para  entendernos y  situaros fácilmente).

Felipe e Irene no  tenían  descendencia. Vivían  aquí  todo  el año. Yo nunca  vi  su  casa por  dentro, pero  sería  muy  bonita,  seguro. Tenían  un  garaje-almacén en la  finca, cuya  entrada  estaba  frente  a la  carretera. Recuerdo  unos  grandes pinos también, alineados, más o menos donde  ahora  está la  entrada  a los  garajes  de  ese  edificio y  en  ellos  se posaban  bandadas  de  gorriones. La  finca estaba  rodeada  de  un muro de 1 m  de alto,  siempre  bien pintado  de blanco,  y  tenía otro metro  superior  de cierre  con  alambrada.

Pocos saben y  pocos  recuerdan lo  que  voy  a contar ahora:

Este  edificio no se  hizo   a la  vez.  Primeramente, se hizo  el portal nº  20 (Skul Bar - durante  años  Cafetería Leomar- y La Jayma), y  la otra  mitad (La Fábrica de  JuanApart-Hotel) no  se  materializó  hasta  casi una  década  después, por  algún  conflicto originado al  construir la  1ª parte  del  edificio, que  solamente  se  solucionó mediante  algún  acuerdo que  favorecía  a las  partes  litigantes.  Lo  que  iba  a  contar  es  que  en la  cornisa negra del  edificio se puso "EDIFICIO IRENE",  en  memoria  y homenaje  a la esposa  de  Felipe  Labanda. Fue una condición para  el  acuerdo entre  Felipe Labanda  y el  constructor  Lucio Povedano. Lo  que  ocurre  que  esas letras se  fueron  despegando  con  el paso  del  tiempo y los  vientos.  Es  triste  que  ambos  estén  ya  muertos y que  el  deseo de  Felipe Labanda  de  que  el  edificio  tuviera   el nombre  de  su  esposa para  recordarla se  haya  perdido. Y... tristemente... eso  ¿a quién le importa  ahora? Me  importa  a mí, pero  yo  sé  que  no pinto nada, no tengo ningún poder. Pero lo puedo  contar. TINA  me  dijo  que lo  contara  todo, para  que   la  gente  supiera. Hoy la inolvidable  TINA  vendría  y  me  daría un  abrazo, orgullosa de  su  vecino  Rober,  el hijo  de Tere.

Por  cierto,  yo  vivo  en el  Edificio Irene, he vivido  20  años  antes  de irme  al  Valle de Villaverde  en la pandemia, y de regresar  al mismo piso de la última década hace un  año ahora... de alquiler, que  ya  sé  que  no  soy  propietario, ni tengo ningún derecho a  voto,  que  ya  me lo  dijeron una vez  en una  de  esas reuniones de comunidad de  vecinos. El lado positivo  es  que  pensé... si no  tengo  derecho  a nada, no perderé mi  tiempo  escuchándole  a éste  pavo hablar  de  tus  humedades  en  su  piso... y  ya nunca más asistí a  una  reunión  de vecinos. Eso  es para  propietarios,  gente  que  tiene, gente  que  sabe... que  se  van a  morir igual  que  yo, pero que  mientras  vivan  se  sienten más  importantes, porque  vas  a comparar  ser propietario  con  ser inquilino...

Felipe Labanda  era un señor  espigado y  delgado, elegante en su manera  de  andar  y  exquisito  en el trato personal. Llevaba   casi  siempre un  sombrero-boina y, a menudo, pañuelo  en la garganta. Usaba gafas y tenía  rostro  agradable,  te miraba a los ojos cuando hablabas  con él, sabía  escuchar y  siempre se le  apreciaba un  atisbo  de  sonrisa. Me  parecía un hombre  con  experiencia en  el trato personal,  culto, educado y  respetuoso. Era un referente  en La  Arena. Nunca  le oí  hablar  mal  de nadie y nunca oía  a  alguien  hablar  mal  de él. A mí,  como hijo  de  este  pueblo (barrio), me duele y me molesta que el nombre de  su esposa Irene no  esté ya  en lo alto  del  edificio. Si  Felipe Labanda  levantara la  cabeza se  enfadaría,  se molestaría, porque él  era un  hombre  de principios, un hombre  de palabra. Creo que las leyes  son leyes, pero injustas o imprecisas, porque   cuando se  heredan los bienes materiales  deberían heredarse también los  compromisos  adquiridos.

Ahora, en  2023, ¿cuántos  vecinos  de  la Playa  La  Arena saben  quiénes  fueron  Felipe LabandaIrene? Pero,  en mi opinión, muchos  de  esos actuales  vecinos  de La  Arena  nunca  serán  tan importantes, ni tan  significativos, ni tan  trascendentes  como lo  fueron  Felipe Labanda Irene para  los  vecinos  de  este  barrio. Por  eso  deberíamos  tener memoria y  preservar sus nombres. Son  historia  de La  Arena. Puedes  vestir traje  y  corbata y trabajar  en Petronor,  pero  si no te  interesa la historia  de tu pueblo   no  dejarás  de  ser un  ceporro, con traje y  corbata y  dinero  en el  bolsillo, pero  ceporro. Felipe Labanda  e Irene  tenían  dinero, sí, pero eran  personas humildes, cercanas y generosas. Eran playeros. Quedan pocos playeros  en La  Playa, aunque la playa  esté  llena  de playeros.

     ¡Qué bonito  era mi pueblo!     

Y ya  que  en  este  capítulo he mencionado   a TINA... (Valentina Martínez),
de  quien podría  estar  escribiendo  días  y  días y no  cansarme...
Tina y  yo, un poquito  encima de  Orbás,  con La  Batería  sobre nuestras  cabezas
(foto inédita, nunca  publicada).

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