¿Por qué el sol y la luna viven en el cielo? Esta puede ser una pregunta muy normal en un niño pequeño, pero además es el título de un cuento africano para niños que explica, de una forma muy bella y tierna, por qué el astro rey y el satélite de la Tierra, la luna, están en el cosmos. Según una antigua leyenda africana, el agua es la gran responsable de que podamos contemplarles en el cielo, cada día y cada noche.
Este cuento tradicional de África es una hermosa historia llena de magia y fantasía.
POR QUÉ EL SOL Y LA LUNA VIVEN EN EL CIELO
Hace muchos, muchos años, el sol y el agua eran grandes amigos, y ambos vivían juntos en la tierra. El sol solía visitar a su amiga, el agua, muy a menudo, pero el agua nunca devolvía las visitas.
Un día, el sol le preguntó al agua:
—Querida agua, ¿por qué yo estoy ansioso siempre por ir a verte pero tú nunca vienes a visitarme?
—Verás, mi amigo sol, no es que no desee estar contigo, pero tu casa no es lo suficientemente grande como para alojarme. Si llego con todo lo que habita en mi interior, tendrías que irte de tu casa, respondió el agua.
—Si quieres que te visite —continuó diciendo el agua—, tendrás que construir una casa muy muy, muy grande. Pero te advierto que tendrá que ser gigantesca, ya que todos los seres que viven en mi son numerosos y ocupan mucho espacio.
El sol prometió construir una casa muy grande para que el agua pudiera devolverle la visita, y poco después, regresó con su esposa, la luna, quien lo saludó con una amplia sonrisa.
El sol le contó a la luna lo que le había prometido al agua, y al día siguiente, comenzaron a construir una casa grande para entretener al agua y a toda su gente.
Cuando la hubieron terminado, el sol le pidió al agua que lo visitara.
Cuando llegó el agua cerca del sol, uno de los habitantes del agua se acercó aun más para hablar con él.
—¡Por supuesto! —dijo el sol—, dile a mi amigo que entre.
El agua comenzó a fluir y a inundar la casa del sol, seguida por los peces y todos los demás animales y fauna acuática.
Muy pronto, el agua estaba comenzó a llenar la casa, estaba casi por la mitad de la casa del sol, por lo que el agua le preguntó al sol si todavía era segura, y el sol volvió a decir:
—Sí, podéis seguir entrando todos a mi casa.
Cuando el agua estaba al nivel de un la cabeza de un hombre, el agua le dijo al sol:
—Sí —respondió el sol—, podéis pasar todos.
Entraron más y más animales del agua, hasta que el sol y la luna tuvieron que sentarse sobre el techo de su casa.
El agua una vez más le preguntó al sol si todavía podían seguir entrando. El sol y la luna respondieron afirmativamente, así que cada vez peces, plantas, agua y más peces, más plantas y más agua entraron en la casa.
El agua pronto se desbordó por la parte superior del techo, y el sol y su esposa la luna, se vieron obligados a subir al cielo para dejar que el agua tuviera todo el espacio en aquella gran casa.
... y así, el sol y la luna, viven en el cielo desde entonces, donde contemplan a su amiga agua cada día y cada noche.
—Señor sol —dijo el habitante del agua—, ¿estás seguro de que quieres que entre el agua en tu casa?
—Tu casa está casi llena de agua y todavía quedamos muchos fuera, ¿seguimos entrando?
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