miércoles, 27 de marzo de 2019

Perros y HUManOs


Ayer  salí  a dar un paseo. Cuando iba caminando observé que  delante  de mí iba un  señor que, a pesar  de ir  entero vestido de negro,  su cuerpo parecía ser más ancho que  alto. Le acompañaban  tres jovencitas, que por su  aspecto bien podrían ser hijas suyas, ya que también  eran más anchas que  altas. Las tres vestían mallas negras y tenían muslos de haltera.

Degustaban... Bueno, más exacto  sería  decir que  devoraban unas maxi bolsas  de cortezas, gusanitos y pepes. No creo que fueran halteras; ya sabéis, practicantes de halterofilia.

Y llevaban un perro, un  pit bull de tonalidad gris con pecho blanco. Iba suelto. He de confesar, ¡y espero no ofender a nadie!, que  el perro me pareció  el animal más elegante  del quinteto.



Al  adelantarles,  vi que  de frente venía una pareja de jóvenes con un precioso pastor alemán, también suelto. El  chico era  chaparrete y un tanto  desaliñado. La chica tenía mejor presencia, con su melena recortada y unas lentes transparentes que no ocultaban  sus grandes ojos verdes. Lo que no  me   atrajo  de ella fue que llevaba  un aro tipo piercing  en la nariz. Me  recordó  a esa anilla que  se les ponía  a los novillos para poder    dominarles. Pero   la chica, ciertamente,  no parecía tan brava, aunque   siempre recuerdo   a mi  amiga galdamesa que  decía,  con mucha gracia, que cuidado con las más modositas, porque  son luego las que más gritan  en la cama. ¡Cuánto  recuerdo  a Pilar! ¡Y cuánto  le echo  de menos!  ¡Tenía cada  dicho.!... nunca olvidaré cuando  en una   excursión por La Calera  del Prado comentó: "¡Por Dios, entre todos los  viejos  de este pueblo no hacen una dentadura!"
 
Bueno, vuelvo    a lo  de mi paseo. El pit bull y  el pastor  alemán, dos perros,  actuaron como dos gallos en un mismo  corral y se ladraron y gruñeron. Se retaron agresivamente. Fue  entonces cuando la joven que  se había  atiborrado  a cortezas gritó:   
—"¡Coge al puto perro, joder!"
—"Puto perro  será  el tuyo, ¡no te jode!" —respondió  el   joven  chaparrete y  desaliñado.
—"Pues,  luego,  cuando le  trisque  el mío,  no te quejes!
–"Suéltale, a ver quién trisca  a quien. Suéltale, tanto que hablas!

            La disputa pareció interesar  a todo el vecindario...



            Y  mientras  yo  me iba alejando,  escuchaba cómo seguían  lanzándose mensajes desafiantes, ambos  convencidos  de sus sinrazones, también  como  dos gallos en un mismo  corral, aunque  eran personas. Lo  último  que  oí  fue  al  hombre chaparrete diciendo en plan macho: —“Porque  se ha largao que si no le meto una hostia que no le  recoge ni la ambulancia”, mientras  las tres jóvenes halteras casi  se atragantan  al reírse porque  seguían  con sus bocas llenas de cortezas, gusanitos y pepes.

Pero la  sangre no llegó  al río,  bocazas, sí, pero... como  dice Julian Iantzi: "Mucho lirili y poco lerele".

No  sé cómo  titular  este  relato. Había pensado titularlo: "LOS PUTOS PERROS  DE LOS HUMANOS". Pero, luego, pensé que  si no  reflejaría la escena con más exactitud este otro "LOS PUTOS HUMANOS Y  SUS PERROS". Estoy  lleno  de dudas.

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.