Ayer salí a dar un paseo.
Cuando iba caminando observé que delante de mí iba un señor
que, a pesar de ir entero vestido de negro, su cuerpo parecía
ser más ancho que alto. Le acompañaban tres jovencitas, que por
su aspecto bien podrían ser hijas suyas, ya que también eran más
anchas que altas. Las tres vestían mallas negras y tenían muslos de
haltera.
Degustaban... Bueno, más exacto
sería decir que devoraban unas maxi bolsas de cortezas,
gusanitos y pepes. No creo que fueran halteras; ya sabéis, practicantes de
halterofilia.
Y llevaban un perro, un pit bull de
tonalidad gris con pecho blanco. Iba suelto. He de confesar, ¡y espero no
ofender a nadie!, que el perro me pareció el animal más
elegante del quinteto.
Al adelantarles, vi que
de frente venía una pareja de jóvenes con un precioso pastor alemán, también
suelto. El chico era chaparrete y un tanto desaliñado. La
chica tenía mejor presencia, con su melena recortada y unas lentes
transparentes que no ocultaban sus grandes ojos verdes. Lo que no
me atrajo de ella fue que llevaba un aro tipo
piercing en la nariz. Me recordó a esa anilla que se
les ponía a los novillos para poder dominarles.
Pero la chica, ciertamente, no parecía tan brava,
aunque siempre recuerdo a mi amiga galdamesa
que decía, con mucha gracia, que cuidado con las más modositas, porque son luego
las que más gritan en la cama. ¡Cuánto recuerdo a Pilar! ¡Y
cuánto le echo de menos! ¡Tenía cada dicho.!... nunca
olvidaré cuando en una excursión por La Calera del
Prado comentó: "¡Por
Dios, entre todos los viejos de este pueblo no hacen una dentadura!"
Bueno, vuelvo a lo de
mi paseo. El pit bull y el pastor alemán, dos perros,
actuaron como dos gallos en un mismo corral y se ladraron y gruñeron. Se
retaron agresivamente. Fue entonces cuando la joven que se
había atiborrado a cortezas gritó:
—"¡Coge al puto perro, joder!"
—"Puto perro será el
tuyo, ¡no te jode!" —respondió el joven chaparrete
y desaliñado.
—"Pues, luego, cuando
le trisque el mío, no te quejes!
–"Suéltale, a ver quién trisca
a quien. Suéltale, tanto que hablas!
Y mientras yo me iba alejando, escuchaba cómo seguían lanzándose mensajes desafiantes, ambos convencidos de sus sinrazones, también como dos gallos en un mismo corral, aunque eran personas. Lo último que oí fue al hombre chaparrete diciendo en plan macho: —“Porque se ha largao que si no le meto una hostia que no le recoge ni la ambulancia”, mientras las tres jóvenes halteras casi se atragantan al reírse porque seguían con sus bocas llenas de cortezas, gusanitos y pepes.
Pero la sangre no llegó al
río, bocazas, sí, pero... como dice Julian Iantzi: "Mucho lirili y poco lerele".
Queria enseñarte mi web sobre el
ResponderEliminarShiba inu