Estaba un poco avergonzado, porque me habían salido dos verrugas en la cara.
He leído que las verrugas salen con más frecuencia en la niñez, pero a mí me habían salido acercándome a los 60 y siendo aitite ya.
De niño no tenía verrugas, yo no lo recuerdo, al menos.
Conviví con un "grano" muy grande, pero eso es una larga historia...
y hoy ya no me queda suficiente tinta en la pluma para contárosla entera.
Sí, al acercarme a los 60 (cumplí en noviembre 58), tengo arrugas
y tenía también dos verrugas en la cara;
una debajo del párpado de mi ojo izquierdo
(el derecho cuando tú me miras con buenos ojos),
que ya llevaba un tiempo viviendo de okupa en mi cara;
y la otra me salió hace pocas semanas entre la barbilla y la boca.
De ésta me dijeron que era un molusco contagioso y me agobié,
soy un poco hipocondríaco y un muy mal enfermo, lo sé,
pero no he aprendido a evitarlo, nunca me enseñaron eso en la escuela,
nunca, en 50 años que llevo yendo cada día.
En la escuela se aprenden muchas cosas que nunca te sirven para casi nada
y no te enseñan muchas que sí te pudieran ser muy útiles en la vida.
Siempre soñé tener mucho dinero y construir mi propia escuela,
contratar a mis propios maisus y andereños,
construir mis propias aulas,
e implantar mi propia forma de educar y enseñar a los niños y niñas.
Disculpad, que me disperso.
Como las verrugas me habían crecido bastante,
los niños y niñas me decían en el cole "Rober,¿qué tienes ahí?"
y me daba vergüenza, la verdad,
aunque sé que ellos también me quieren a pesar de mis verrugas.
Le pedía ayuda a Amaia y me recomendó darme jugo de ajo en ellas.
Y...
...la verruga del ojo se hinchó y se hinchó (casi como una canica)
y se fue poniendo oscura
y yo sentía más vergüenza aún.
Y la otra, la que podía ser un molusco...
se fue transformando y parecía una espina clavada en mi barbilla
y yo sentía más vergüenza aún, tanta que me la tapaba con una tirita...
pero los niños y niñas me la señalaban y me preguntaban: "Rober, zer daukazu hor?"
¡Joer! ¡Con todos los problemas que tengo alrededor y yo tan agobiado por un par de verrugas!
No sé de dónde me vinieron...
quizás, me las contagió este pingüino amigo.
Y fui al médico, al de cabecera,
(mi médico de cabecera colecciona pines, tiene mogollón, la consulta llena de pines...
digo por si tenéis alguno, que no lo tiréis, me lo dais y se lo llevo a mi médico de cabecera);
digo por si tenéis alguno, que no lo tiréis, me lo dais y se lo llevo a mi médico de cabecera);
entras a la consulta y piensas: "¡madre mía, cuántos pines!, ¡este hombre está enfermo!"
Pero, es médico, se puede automedicar, así que no hay que preocuparse.
Y mi médico de cabecera me hizo un volante para ir al dermatólogo.
A mi ambulatorio de zona.
Y fui.
Me dieron un lunes a una hora temprana.
Demasiado temprana.
Sí, ahora os cuento y entenderéis por qué digo esto.
En las demás consultas había pacientes, enfermeras y doctores o doctoras.
Pero en la sala 209 de dermatología sólo yo esperando.
¡Joer! ¡No me jodas que sólo a mí me han salido verrugas! -pensé.
Pasaron diez minutos y nada, no venía nadie
(había entrado ya una joven a una sala contigua, pero...
yo no sabía quién era, ¡ni siquiera me dijo "egunon!" al pasar!)
Entonces, empecé a leer todos los carteles que había en la pared,
que si derechos y deberes de los enfermos en Osakidetza,
que si cómo prevenir no sé qué,
que si guarden silencio,
que si apaguen sus móviles...
¡se me acabaron los carteles para leer y seguía esperando y solo!
Y empecé a observar una planta de interior que allí había,
muy grande, y observándola deduje que la habían dado media vuelta no hacía mucho
porque tenía la mayor parte de su enormes hojas en dirección contraria a la luz;
y yo deduje que como casi todas las hojas las tenía en un lado, la habrían cambiado recientemente para que con la luz le fueran saliendo por el otro.
¡Fijaros todo lo que me dio tiempo a hacer mientras esperaba!
Cogí el móvil, miré wasap, correos, blogs, periódicos...
¡ya no sabía en qué pasar el tiempo!
Y no venía nadie más...
Saqué el volante de mi médico de cabecera, el de los pines,
y comprobé que era el día y hora que marcaba,
y decidí llamar a la puerta por donde había entrado aquella joven, hacía ya media hora.
y decidí llamar a la puerta por donde había entrado aquella joven, hacía ya media hora.
!Toc, toc! (a la puerta)
Sale y le digo: "Perdón es que me entran dudas porque llevo aquí buen rato
y no hay nadie ni me llaman ni nada y... como soy de pueblo, igual me he equivocado".
y no hay nadie ni me llaman ni nada y... como soy de pueblo, igual me he equivocado".
Me sonríe y dice: "¿Eres Roberto?"
"Sí, ¿me conoces?" -contesté-
"No, pero es que he mirado la lista y eres el primero que aparece"
¿Y? - pregunté.
"Es que la doctora no ha venido aún" - me contestó.
"¡Ah! Vale, ya me quedo más tranquilo. ¿Vendrá?"
"Es que tenía vez hace ya tres cuartos de hora y..." -insistí.
Y la joven, muy agradable, me tranquilizó diciendo que seguro que ya no tardaría mucho.
Eskerrik asko! - le dije, por si acaso;
(no vaya a ser ésta la que tenga que quitarme las verrugas - pensé).
(no vaya a ser ésta la que tenga que quitarme las verrugas - pensé).
Le mandé un wasap a Amaia para compartir con ella mi incredulidad.
Pasaron cinco minutos más y una joven entró en la consulta
sin decir "egunon", quizás, sea ese el protocolo de Osakidetza.
sin decir "egunon", quizás, sea ese el protocolo de Osakidetza.
(será la doctora, supongo -pensé yo)
y enseguida me llamaron.
Una doctora dermatóloga muy eficaz, la verdad.
Yo había estado esperándola tres cuartos de hora o más
y ella sólo necesitó 20 segundos para despacharme de la consulta
(despacharme es sinónimo de atenderme en mi pueblo).
--¿Qué te pasa?
-Que tengo dos verrugas en la cara.
Bueno, ya sólo una, que la otra se me ha caído ahí fuera mientras esperaba un rato.
(con ironía)
--Verruga vírica
(coge un spray, apunta, flis, flis, flis...)
Si no te te cae en tres semanas vuelves.
- ¿A qué hora? -pregunté con ironía
- Pides cita en tu ambulatorio
Salí pensando: no me ha entendido la pregunta.
Me senté en un banco y le puse un wasap a Amaia.
"Amorcito, compra mucho ajo, que no hay doctora como tú"
Han pasado unos poquitos días.
Y ya no tengo verrugas en la cara...
con el jugo de ajo se me han caído.
Y ayer fui a donde Virginia, aquí en Karrantza, a cortarme el pelo...
que llegan las Navidades y quiero estar como un pincel...
¡y encima sin oler a ajo, oye!
Pero tengo intriga con la dermatóloga.
¿Sería casualidad lo de llegar tres cuartos de hora tarde a la consulta?
Bueno, si me sale otra verruga, vuelvo y lo compruebo.
Los de pueblo somos así.
Aunque, prefiero que no me salgan más verrugas, la verdad.
Aunque, prefiero que no me salgan más verrugas, la verdad.
Jajaja,que buena es la ironía.
ResponderEliminarNo es época,pero la leche que suelta un Hugo cuando está verde, también es un magnífico remedio.
Higo
ResponderEliminarQue grande Roberto, gracias por tus descripciones de cosas y tiempos, me encanta leerte.
ResponderEliminarZorionak
Cristóbal Herrero
Jajajaja, muy bueno! Edu
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