Anoche tuve un sueño...
Me despertaba asustado por el estruendo de un trueno en medio de una invernal noche de tormenta.
Vencí al miedo y me asomé a la ventana.
Los cristales también lloraban y, entre sus lágrimas, apenas podía ver a unos metros de distancia.
Distinguí dos sombras moviéndose en la oscuridad y pensé que eran los corderitos que pacen allí durante el día.
De pronto, la luz de un relámpago lo iluminó todo y puede darme cuenta de que las sombras no eran corderos.
Eran dos feroces lobos.
Fue ahí cuando desperté de mi sueño.
Al sosegar mi nerviosismo, me paré a pensar que así pasa, a veces, en la vida con algunas personas, que parecen inofensivos corderos y resultan ser lobos traicioneros.